Texto y fotos: Ricardo Gómez Hay días que despejan el camino
y demuestran que sí es posible hacer obras mejores, si cada cual pone empeño.
Hoy fue una de esas jornadas. En las últimas horas de la
madrugada, un camionero de la Empresa de Comunales de Plaza de la Revolución
pasó frente al parqueo de J y 21 y pidió un poco de agua. - La que tenemos es de la pila. - No importa. Está bien. Yo no
tengo ninguna. Los muchachos mantienen
completamente limpias las calles de La Rampa.
Luego fui testigo de acciones de
higiene similares en Centro Habana; un vehículo cargaba un enorme contenedor
para “llevarse lo feo”, como dice Silvio Rodríguez. A la sucursal del Banco
Metropolitano, del Focsa, entré por primera vez en mucho tiempo sin hacer cola. - Es que ya tenemos más cajeras
y hemos aprendido a hacer operaciones más rápido, dijo la chica que me atendió.
Lo mismo sucedió en otra puerta
de ese emblemático edificio de la calle M, donde radica la oficina de Etecsa.
Estaban abiertas unas siete ventanillas, con sus operadoras... En fin... Llegas
y pagas, sin cola. Exquisita atención.
Ya las cosas cambian un poquito
cuando tratas de comprar algún producto agrícola en el mercado de 17 y K. Aunque
saques tu pesita de comprobación, tratan de “tumbarte” algunos pesitos. La
buena noticia es que estaba completamente surtido de vegetales, dulces, viandas
y frijoles. Aunque a estos últimos ni los miro, por su elevado precio. Hoy fue un día bueno, bautizado
por la primera lluvia de la primavera, que trae un aliento de esperanza. Una
jornada que me confirma que, salir de los problemas y avanzar, depende sólo de nosotros
mismos. amss
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