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Foto: Tomada de Granma
“A mi papá le preguntaron una vez cuál era su
mayor orgullo, y dijo que sus hijos músicos. Mi mayor orgullo son mis padres
poetas”; aseveró el destacado músico José María Vitier, hijo de la poetisa y ensayista cubana Fina García
Marruz, durante el encuentro que conmemoró el centenario del natalicio de su madre, joya de las letras cubanas e hispanoamericanas, en el marco de la
edición 31 de la Feria Internacional del
Libro de La Habana.
Fina era una mujer muy tímida, discreta y modesta. Jamás le gustaron las entrevistas ni ser
centro de atención alguna. A pesar de ser una
de las figuras más importantes de las letras cubanas del siglo pasado, autora
en la revista Orígenes, fundada por José Lezama Lima, y una de las
investigadoras indispensables de la obra de José Martí, prefería ceder el
protagonismo, comentó Vitier, invitado al coloquio con que se inició el foro de
la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en la sala Villena de la
institución, a propósito de la Feria.
Cuando aparecía
públicamente solía hacerlo junto a Cintio, su compañero de vida y de trabajo.
Muchas veces Fina se quedaba en un
segundo plano, dejando a Cintio responder a la mayor parte de las preguntas;
sin embargo, “cuando le tocaba hablar, se llevaba toda la atención”, declaró su
hijo.
Leyendo entre líneas su
obra poética, se hace evidente su carácter sencillo. No pretendía, con sus
versos, como suelen hacer otros poetas, desentrañar los secretos del alma y el
espíritu. De acuerdo con el escritor e investigador Roberto Méndez, ella “encontraba
la belleza en lo cotidiano, en lo doméstico, lo inmediato y palpable”.
Incluso en sus letras
dedicadas a temas cristianos, religión que practicó gran parte de su vida, el
acercamiento no es grandilocuente ni exagera la divinidad de las escenas; sino
que las acerca a los sucesos cotidianos, llevando lo sacro al día a día. “No
quería que el lector se sintiera impactado, sino identificado”, aseguró Méndez.
Entre las anécdotas que
compartieron los panelistas, coincidían las historias en los que la poetisa
hablaba de Martí o de Quevedo mientras estaba cocinando, sin perder el hilo de
la conversación ni la medida de los ingredientes.
Su sobrina, Josefina de Diego García Marruz,
poetisa y escritora, contó cómo las historias que Fina dibujaba en sus escritos ella las conoció en voz de su madre,
Bella; recuerdos de una infancia feliz, repletas de tardes de cine silente y
música.
Por su parte, Pedro Simón,
amigo de la homenajeada y director del Museo Nacional de la Danza, se refirió a
las tantísimas veces que esta abordó temas relacionados con el baile en sus
escritos, llegando a hacer apreciaciones críticas de notable experticia. Mencionó
sus textos dedicados a Antonio Gades y a Alicia Alonso. A esta última la uniría
una hermosa amistad, basada en el respeto y admiración recíproca entre dos
símbolos de la cultura nacional.
El centenario de una de las mujeres más importantes de nuestra cultura,
galardonada con el Premio Nacional de Literatura, el Iberoamericano de Poesía
Pablo Neruda y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana se cumplirá el próximo
28 de abril. Por eso la Feria le rinde justos honores.
amss/Tomado
de Granma
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