La intensa labor de restauración de la conductora exige precisión y grandes esfuerzos. Foto: Elías Argudín
Menudo susto se llevó Tania Loreto
González. Recientemente la
conductora que parte del tanque de la Loma de la Cruz y en su recorrido de
varios kilómetros abastece a buena parte de los vecinos y entidades económicas
del este de la capital, colapsó en el tramo de calle 4ta. e/ 10 y 11, reparto
Chibás; y ella, sin saber a ciencia cierta qué sucedía, al ver la
avalancha de agua, solo atinó a gritar, una y otra vez: “Socorro, me ahogo”.
Al día siguiente (jueves 9 de febrero
de 2023), Tribuna de La Habana visitó el lugar, y ya más
calmada nos confesó que probablemente no había sido para tanto; “quizás más
susto que otra cosa”; pero aun así los vecinos se movilizaron, hicieron las
llamadas pertinentes, y casi de manera inmediata, una brigada de la Base de Obras
Especiales (BOE), perteneciente a Aguas de La Habana (AH), hizo acto de
presencia y puso manos a la obra.
Dieciséis horas después –tal vez más-,
encontramos a sus integrantes todavía “fajados” a pie de obra, prácticamente
sin haber pegado un ojo y literalmente, con las botas puestas y la manga al
hombro, metido, unos, en una zanja (de cuatro a cinco metros de ancho y dos o
tres de profundad), mediada de agua; y los otros, en sus riveras y alrededores,
entregados a este o aquel otro menester, en medio de un mar de fango, en el
cual, en el mejor de los casos, digamos que en el sitio de mayor firmeza, el
lodo llegaba a los tobillos.
Yo mismo, ya de regreso, me vi
precisado a cambiarme de ropa y ponerla en remojo, zapatos incluidos.
La mala nueva
“Resultó una desagradable sorpresa que
nos obligó a cambiar el rumbo y los propósitos”; nos comentó Orlando Francisco
Valdés Mena, experimentado hidrógrafo al frente de la BOE. “Cuando nos
avisaron, nos preparábamos para partir hacia Ariguanabo a reparar una avería en
la conductora de esa fuente de abasto. La urgencia de este imprevisto incidente
nos trajo hasta aquí”, acotó para luego explicar que llegaron a enjaular una
tiñosa, en cacería que sabían difícil, de esas que cómodamente clasifica de muy
compleja; pero una vez en el terreno, les apareció otra, igual de compleja y
retadora; ambas a encerrar en el menor tiempo posible y con un único tiro.
“Hace más o menos una década
sustituimos la vieja y deteriorada tubería de centro acero, que existía
entonces, por esta de ahora, de polietileno de alta densidad y 800 mm de
diámetro”, nos contó Orlando.
“Creíamos saber a qué no íbamos a
enfrentar: zanjeo en el asfalto y el hormigón, desniveles, manigua y monte,
terrenos bajos y pantanosos, en los cuales al perforar unos centímetros aparece
el agua; y agua y soldadura por termofusión no ligan; son incompatibles; lo
cual obliga a levantar los tubos para realizar los empalmes”.
Sin embargo, ya en el terreno, lo que
pensaron de por sí trabajoso resultó espinosamente arduo, explicó el
especialista. Los vecinos edificaron en terrenos por donde pasa el trazado de
la tubería. Eso es muy riesgoso. Cualquier reventón puede derivar en un trágico
accidente, además de la dificultad que implica una reparación en tales
condiciones. Entonces se imponía reparar la avería y desviar el cauce unos 50
metros.
Espantado el susto y las tiñosas
Los hombres de la Base de Obras
Especializadas se han convertido en la tropa élite de Aguas de La Habana. Les toca asumir las obras más retadoras y mayor envergadura. A lo
largo de más de 20 años, desde su fundación hasta la fecha, han demostrado, por
mucho, pericia y profesionalidad frente a tantos enormes desafíos, que alarman
solo de imaginarlos.
El imprevisto impuso el corte del
servicio sin previo aviso, los inconvenientes creados a los vecinos, la
urgencia. Cuando fuimos a su encuentro sumaban ya más de medio día, su noche y
madrugada de duro y agotador laboreo continuo. Tras un breve descanso, a la
espera del enfriamiento luego del acoplamiento de un codo, imprescindible a la
hora de garantizar el nuevo trayecto pensado para ese tramo de tubería, los
hidráulicos reanudaron faena. Tocaba ahora el empalme por los dos extremos
donde fueron hechos los cortes.
Orlando Francisco me aseguró que me
fuera confiado que eso era solo cuestión de unas horas, y después, prueba de
comprobación, reanudar el bombeo y regreso del agua a los hogares.
Posible y rápido, agrego yo, por la
entrega total y un extra de apenas cinco hombres y su jefe.
Elías Argudín
amss/Tomado de Tribuna de La Habana
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