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Fabio, la verdad y la justicia de los pueblos

El odio mata. Hay quienes tratan de imponer sus designios, cueste lo que cueste, aunque para ello sea necesario asesinar.

Texto:Ricardo Gómez Rodríguez

Eso sucedió en La Habana aquel 4 de septiembre de 1997, cuando la habitual rutina de un día laboral, era interrumpida por sucesivas explosiones de bombas en hoteles de la capital cubana; el Copacabana, Tritón y Chateau Miramar.
 
Por último, en horas de la noche, estalló otro artefacto en el bar restaurante La Bodeguita del Medio.
 
El pueblo asombrado comentaba los hechos. Lo peor de todo, no era la destrucción, ni el pánico causado, sino que mataron en el lobby del Copacabana a un joven italiano de 32 años, lleno de vida y sueños: Fabio Di Celmo. 
 
Según comentaron médicos y forenses, murió mientras era trasladado hacia el hospital, debido a daños ocasionados por una esquirla de metal, la cual le seccionó lo que los especialistas llaman el paquete vásculo-nervioso. 
 
Lobby del Hotel Copacabana tras la explosión.
 
La fuerza de la explosión impulsó una estrella, como la usada por los ninjas, la cual penetró y lesionó huesos de la columna vertebral.Fue imposible realizar la intervención quirúrgica.
 
Imagen forense de la herida provocada a Fabio Di celmo.
 
El cadáver mostraba luego el profundo daño ocasionado por el explosivo depositado cerca de él, dentro de un cenicero, por el terrorista Ernesto Cruz León, quien confesó su deseo de ganarse unos dólares mediante esas acciones, dirigidas a atemorizar a los turistas, a hacer daño a seres humanos inocentes, a sus familias y a la economía cubana.
 
Hay momentos cuando se siente mucho dolor. Aquel fue uno. Luego, lo triste era apreciar la permanente mirada afligida del padre de Fabio, Giustino Di Celmo, quien decidió permanecer la mayor parte del tiempo en la Isla y protagonizó acciones de solidaridad, ante la agresividad sin límites de la mafia contrarrevolucionaria de La Florida, amparada por sucesivos gobiernos de Estados Unidos.
 
Luego, el delincuente internacional Luis Clemente Posada Carriles, con todo el descaro del mundo, en una entrevista concedida en 1998 a la periodista norteamericana Ann Louise Bardach, reveló ser el autor intelectual de la cadena de explosiones ocurridas el 4 de septiembre de 1997 en La Habana.
 
En ese momento Carriles dijo, como si se trata de algo muy normal, que “trataron de poner explosivos pequeños, porque no queríamos herir a nadie, simplemente hacer un escándalo y que los turistas no vinieran más”.
 
Hablando de la muerte de Fabio Di Celmo, dijo Carriles: “No pasó nada, pero le cortó la yugular… triste, vaya… es triste, porque no fue intencional, pero no podemos parar… Ese italiano estaba en el momento equivocado, en el lugar equivocado”.
 
De esa manera el terrorista intentó culpar a Di Celmo de su propia muerte.

Por estos días, evocación dolorosa a aquel 4 de septiembre, en salones del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, del vedado capitalino, presentan la película "Cuando la verdad despierta" dedicada a Fabio. 
 
Se trata de una denuncia a las sistemáticas acciones violentas contra Cuba, dentro y fuera del país. En aquel momento apagaron la vida del joven italiano, pero poco a poco la realidad de los hechos, se abre paso ante el tribunal mayor, el de la justicia de los pueblos.
 
YVL

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