A propósito del Día Internacional de la Enfermería, este 12 de mayo, compartimos la historia de una de las muchas personas que desde este oficio salva el cuerpo y el alma de tantos otros

A propósito del Día Internacional de la Enfermería, conmemorado cada 12 de mayo desde 1965 en memoria de la británica Florence Nightingale, una de las pioneras en la práctica de la enfermería, compartimos esta historia de «la seño» Mavis, quien no solo se ha entregado en cuerpo y alma a curar en su natal provincia de Las Tunas.
También laboró en el departamento de Altaverapaz, en Guatemala, del 2015 al 2018, en un puesto de salud en la atención a las embarazadas y los neonatos.
«Trabajé en una comunidad de difícil acceso y alejada de las grandes urbes, en un lugar montañoso y con un clima muy lluvioso, que provocaba inundaciones por desbordamiento de ríos y arroyos. La habitan unas 5000 personas», nos relata la Licenciada en Enfermería.
Allí se habla el dialecto Queqchi, una lengua derivada de la cultura maya, y para poder interactuar con los pobladores debió apoyarse en los facilitadores. Confiesa que nada impidió cumplir con la misión encomendada porque aprendió de esa cultura y se insertó en su estilo de vida.
Además de prestar servicios médicos, enseñó a los enfermeros del lugar, porque junto a ella laboraban auxiliares de enfermería; e impartió docencia.
Ahora se prepara para cumplir otra misión en Guyana. Sus hijos quedarán al cuidado de sus abuelos y sabe que sus compañeros de trabajo apoyarán a sus familiares ante cualquier adversidad.
«Sentimos que es nuestro deber profesional contribuir con la salud de los seres humanos sin importar el lugar donde vivan», comenta.
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