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Confesiones del niño Senén

 



Texto y fotos: Ricardo R Gómez Rodríguez
Senén Casas Pantaleón, sólo tiene ocho años, pero su familia y en la escuela le explican las injusticias y asesinatos a pequeños palestinos de su edad, por parte del régimen de Israel.
Por eso vino esta mañana de Primero de Mayo a la Tribuna Antiimperialista José Martí, con símbolos que representan la resistencia del hermano pueblo árabe y su banderita cubana, esa que se comprometió a siempre defender.
Senén nunca dejó de mover la bandera, en los hombros de su padre.
Algo sorprendido quedé cuando el pequeño explicó: -"Yo creo que sé por qué estamos aquí, frente a la embajada de Estados Unidos en Cuba, porque el gobierno norteamericano muestra al mundo que aparenta manda ayuda médica a la zona de Gaza, pero lo que sí hace es enviar bombas para la masacre a Israel".
Senén se acomodaba la Kufiya que le rodeaba la cabeza y el cuello, ese símbolo de la resistencia palestina y volvió a la carga con ese lenguaje sencillo, claro, diáfano que sólo es capaz de salir del intelecto de un niño: - Me di cuenta de algo muy interesante; por qué no dejan a Rusia, participar en los Juegos Olímpicos, si sólo defiende que No rodeen sus tierras, sin embargo, sí se lo permiten a Israel, con el genocidio que está haciendo.
Como si fuéramos amigos de toda la vida, el niño me habló de sus hermanas jimaguas que estudian gratuitamente en la Escuela Vocacional Vladimir Ilich Lenin, de la capital. Confesó que su mamá ya no trabaja en una cadena hotelera, donde antes estaba...
Allí fue cuando el padre, ese hombre fornido que mantuvo siempre a Senén en sus hombros, interrumpió el diálogo, quizás para aclarar asuntos o evitar otro don que tienen esos enanos mágicos, que es revelar confesiones ocultas en el corazón.
nyr

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