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Foto:Soldado de las Ideas |
Texto: Rosa Pérez López
Apenas 24 horas habían transcurrido desde que La
Habana se estremeciera con la explosión del vapor “La Coubre”. Era el 5 de
marzo de 1960 en el sepelio de las víctimas de tan monstruoso crimen, y ante
aquel primer zarpazo terrorista del imperialismo el pueblo cubano comprendió
que solamente uno habría de ser su compromiso histórico: defender al precio de
su vida su recién alcanzada independencia.
La voz señera del líder de entonces y de siempre sintetizó
por vez primera el urgente reclamo de Cuba hacia sus mejores hijos, para que a
partir de ese momento se hiciera convicción en cada hombre y mujer de nuestro
pueblo la dramática y cierta disyuntiva de Patria o Muerte: una decisión continuamente
demostrada a lo largo de varias décadas de constantes amenazas y peligros.
Con esa divisa marcharon los combatientes dispuestos a
morir en las arenas de Playa Girón para impedir que los invasores mancillaran
el sagrado suelo de la Patria. Con esa determinación un pueblo entero afrontó
los riesgos de una conflagración nuclear durante los días luminosos y tristes
de la Crisis de Octubre.
Con esa voluntad de resistir hasta las últimas
consecuencias, mantuvimos erguidas nuestra soberanía y nuestra dignidad cuando
el socialismo se derrumbó en los países de Europa del Este. Con esa vocación de
ilimitada entrega seguimos enfrentando cada maniobra enemiga que pretenda
entorpecer la indetenible marcha de nuestro humano y justo proyecto social.
Si hace 64 años, en el sepelio de las
víctimas del primer acto terrorista cometido por el imperio contra la
Revolución Cubana, asumimos con entereza y coraje la alternativa de morir por
defender todo lo alcanzado y todo lo anhelado, que no se llamen a engaño
quienes aún se empecinan en revertir nuestra historia porque somos y seremos
siempre un pueblo de Patria o Muerte.
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