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Teatro tuyo, mío, nuestro

 El grupo teatral celebra sus 25 años de existencia

 

El actor y director de Teatro Tuyo, Ernesto Parra Borroto, en palabras de agradecimiento a nombre de la compañía, al recibir el Gran Premio y el lauro en la categoría de Mejor Espectáculo Teatral por la obra Clowncierto –en el Festival Aquelarre 2023–  consideró valioso «ser feliz desde la utilidad».

Esa convicción ha sido el faro que ha guiado el quehacer de la agrupación tunera que por estos días celebra su aniversario 25 de trabajo sostenido, especializado en divulgar y enseñar el arte del clown en Cuba para, como ellos dicen, seguir haciendo el camino en este arte.

Durante estos días, Teatro Tuyo desarrolla en espacios capitalinos varias actividades como conversatorios, presentación de un libro y un documental, clases abiertas de técnica del clown, reposición de la obra Clowncierto, y el domingo, a las cinco de la tarde, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, tendrá lugar el espectáculo Juntos haciendo el camino, en vísperas de su cumpleaños.

«En Teatro Tuyo hay una investigación, un entrenamiento completo de lo que es el arte del clown, hay una dramaturgia pensada para cada una de las puestas y en cada escena, y eso conlleva una mayor vinculación con la teatralidad, así como con la escena cubana e internacional», explicó su director, en conversación con Granma.

¿Payaso o clown?

–En esencia, payaso y clown son lo mismo, siempre y cuando se trate de un actor entrenado, en un espacio escénico, con una historia que contar, con habilidades que mostrar, consciente del público al que se dirige y cuando la risa no es su finalidad, sino un medio para llegar al fin, que tiene que ser conmover y emocionar.

«Pensar que, por vestirse, pintarse el rostro y ponerse una nariz se tiene el personaje es algo muy falso y vacío. El payaso es un actor total con capacidades histriónicas, para animar objetos como un titiritero, tocar como un músico, cantar como un cantante, bailar como un bailarín, para tener todas las habilidades circenses como cualquier artista de circo. Es una formación completa.

«Sobre esa base estamos formando a las nuevas generaciones en la Escuela Nacional de Clown para que, más que entenderlo y aprenderlo, lograr estar al nivel de otros países».

¿Qué distingue al payaso cubano?

–Yo creo que, si hay algo fundamental, es la gracia natural del cubano, la que no solo distingue al actor, sino al cubano de a pie. Lo segundo es la vitalidad, la energía y la sapiencia para poder utilizar todo lo que nos rodea en función creativa. Para un europeo es cómodo ir a cualquier lugar y comprar lo que necesita para la producción del espectáculo.

 «En Cuba tenemos que reinventarnos, desde la peluca que usamos hasta el tipo de maquillaje, crear nuestras propias herramientas: la utilería, la escenografía, entre otras.  Más que encontrar las diferencias o las carencias, es ser conscientes de a dónde tenemos que llegar».

–¿Aporta el arte del clown al contexto en el que estamos viviendo?

–Mucho. El teatro, el arte todo, cada profesión y cada ser humano debe tener como vocación servirle al otro. Yo creo que el clown, en el epicentro de tanto caos en el mundo, les recuerda a los seres humanos, desde su propia torpeza, desde su vulnerabilidad de ponerse en el centro del problema, mostrarse como el fracasado y, dentro del fracaso, seguir sirviendo, y tratar de crear conciencia en los espectadores. Creo que esa es la mejor vocación que Teatro Tuyo puede conservar en la actualidad.

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