La pista se le antoja como una extensa pasarela de sueños y sus piernas andan veloces, prestas a conseguir ese deseo que pareciera esperarla al otro extremo de la arrancada: llegar a ser una atleta internacional.
Desde que crucé las primeras palabras con Janet Socarrás Bec, supe que esta habanera de 16 años, con discapacidad visual de nacimiento, no cree en obstáculos en su afán de escribir una historia de éxitos.
“Soy hiperactiva, me gusta estar haciendo algo y si todo el tiempo pudiera correr fuera feliz”, confiesa y recuerda la premonitoria observación de su maestra de tercer grado, Josefa Vega, en la Escuela Especial Abel Santamaría, quien le vio cualidades para convertirse en una gran deportista.
El comienzo de lo que sería su camino definitorio y el que algunas gratificaciones ya le concede, tuvo lugar cuando al aula llegó el profesor Irvin Bustamante, captando interesados en el atletismo. “¡Yo quiero!,” exclamó sin vacilar la pequeña, quien desde entonces tuvo la certera guía de este profesional querido y admirado por ella y los suyos.
Al participar con 12 años en su primera competencia en La Habana y alcanzar medalla de oro en las respectivas carreras de 100 y 200 metros, logró el pase a una confrontación atlética nacional, los Juegos Escolares para personas con Discapacidad de 2019, en la provincia de Camagüey. Era la única de su edad frente a rivales de la categoría 13-14 años.
“Quise demostrar que mi limitación visual (catarata congénita y estrabismo) no es impedimento en mis propósitos de vida”, advierte con la misma confianza demostrada durante aquellas jornadas que tanto la retribuyeron. Volvió a casa con presea de bronce en 80 metros y oro en 150, mientras que en 400 implantó record nacional en su clase T12.
Los vecinos del barrio La Ceiba, enclavado en el habanero municipio de Guanabacoa, le expresaban su orgullo. “Tenemos una campeona”, decían, a sabiendas de que la fuerza de voluntad es el motor que precisa un atleta con discapacidad si anhela triunfar.
¿Cómo te sientes cuando sales a la pista?
-Voy a hablar de la primera vez. Fue en la Ciudad Deportiva. Me sentía preparada pero muy nerviosa. Había mucho público y eso me dio tremenda alegría. Se cumplía mi ilusión de estrenarme en una competencia y representar a mi provincia La Habana.
“Cuando obtuve el oro las lágrimas se me salieron. Pensaba en mi hermanita más pequeña, la luz de mis ojos como le digo; también en mi familia que tanto me apoya y en aquellos que confiaron en mí. Pero también en los que no confiaron. A ellos les demostré que sí podía.
¿Algún referente?
-Irvin, mi primer entrenador, que es como mi segundo papá y Omara Durand. Cuando la vi correr me dije: Quiero ser tan grande como ella. ¡Es tan bonito ver la química que tiene con su guía!; no parecen dos, si no uno solo.
“Una vez Omara visitó mi escuela, la Abel Santamaría, y le dijeron que yo era corredora y que entrenaba. Se me acercó para decirme: Cuando uno sueña y lucha, logra alcanzar sus metas”.
Y esa máxima sigue animando sus jornadas en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE) Mártires de Barbados, en el municipio de Cotorro donde cursa el onceno grado y se prepara en la modalidad de salto de longitud o salto largo.
Eres la única alumna con discapacidad visual allí. ¿Cómo te ven, cómo te ves?
-Bueno, no hago caso a cosas que me han dicho y las acciones que no me han gustado sobre mi discapacidad. Lo mío es ser cada día mejor atleta, convertirme en velocista y saltadora, estudiar fuerte y graduarme de licenciada en Cultura Física.
“No me siento diferente, solo necesito un poco de ayuda; los profesores me apoyan y la ANCI (Asociación Nacional del Ciego) está al tanto de mí”, afirma y coincide con el criterio de que al margen de su limitación, hay otra que intenta imponer la sociedad.
A juicio del padre, Feliberto Socarrás, ello se debe, entre otras razones, a la ausencia de espacios donde las personas con discapacidad puedan interrelacionarse e incluirse, y a la carente divulgación de las particularidades de ese segmento poblacional.
Un amor para siempre
La jovencita forma parte de un núcleo familiar enlazado por un denominador común: el amor al deporte. Otros dos hermanos lo practican; el padre es segunda base del equipo Cuba de pelota para discapacitados y en ocasiones funge como entrenador, mientras que la madre, Yalnieris Bec Sabatela, actualmente Licenciada en Educación Especial, dio pasos en el atletismo durante su temprana juventud.
En febrero de 2023 Janet también clasificó para los Juegos Escolares Nacionales para Personas con Discapacidad que sesionaron en junio de ese año, con sede en Camagüey. De nuevo un multipremiado retorno al hogar: tres oro (100, 200 y salto largo) y bronce en la carrera de relevo.
Socarrás comprende que darlo todo en cada pisada y respiración, es un propósito que la conducirá a concretar su objetivo de subir al podio internacional. Sin embargo, también cree firmemente en la energía que le insufla cada miembro de la casa.
Con excepción del padre y la hermanita más pequeña de 4 años, todos son débiles visuales. La sobresaliente trayectoria de esta familia dentro de la ANCI durante años, le ha valido la condición de vanguardia provincial y nacional y ocupar responsabilidades dentro del municipio y la capital.
La vicepresidenta provincial de la ANCI en La Habana, Máster en Ciencias Karina González Domínguez, reconoció el quehacer de ese núcleo a favor de las personas ciegas y de baja visión y el rol de la mayoría de sus integrantes en las actividades deportivas y recreativas, en su permanente superación, en el acceso al empleo, a la educación y dentro de la comisión de jóvenes.
Se dice que todos los días hay un buen momento para agradecer y ser premiados. Janet y los suyos saben que el éxito está en no apurarse, si no en progresar y no rendirse jamás.
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