Cada año en las sesiones del pleno de la Asamblea General de Naciones Unidas se lleva a votación la resolución propuesta por Cuba que demanda poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto de manera unilateral, y por más de seis décadas, por el gobierno de Estados Unidos. Resulta un vergonzoso record de ignominia contra el noble y digno pueblo caribeño.

En esta ocasión, el informe de la Isla se presentará entre los días 1 y 2 de noviembre y como en anteriores ocasiones, podrán pronunciarse los países presentes en el cónclave.

De igual manera, serán abordadas las consecuencias que el histórico asedio trae consigo para los cubanos y para la comunidad internacional, víctima también de sanciones por el carácter extraterritorial de la Ley Helms- Burton que quebranta la soberanía de otros países, al prohibir que empresas, compañías e instituciones de origen estadounidense, radicadas en otras naciones y bajo leyes de territorios soberanos, puedan negociar con la Mayor de las Antillas.

Asimismo, personas y entidades jurídicas de otros pueblos son amenazados y chantajeados con la negativa de entrada a EE.UU., lo cual incluye que sus mercancías tampoco puedan tocar puertos norteamericanos por un determinado tiempo, si sus embarcaciones acceden con productos a La Habana.

Y de forma absurda incluyeron a Cuba en una lista espuria de naciones patrocinadores del terrorismo, algo tan descabellado que carece de fundamento lógico alguno, y menos aún, de basamento legal.

No olvidar que la principal víctima de ese flagelo en estas seis décadas es el pueblo de Cuba con más de 3 000 muertes y considerable número de heridos precisamente por acciones terroristas, sabotajes e invasión, y empleo de estrategias subversivas, fomento de la violencia y el odio generalmente promovido desde el sur de la Florida, lugar donde todavía entrenan y planifican actos lacerantes de la vida humana y en contra de la Mayor de las Antillas.

También esas acciones violatorias del derecho internacional y la Carta de la ONU acontecen en Washington, donde en dos ocasiones la Embajada de Cuba en ese país ha sido atacada con armas de fuego y artefactos explosivos, respectivamente. Esa es la verdad que conoce el mundo y la Casa Blanca, también.

El reciente informe del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Isla expone cómo entre el 1 de marzo de 2022 y el 28 de febrero de 2023, los daños provocados por la política de EE.UU están calculados en el orden de los 4 867 millones de dólares, y de no existir el bloqueo, el producto interno bruto del país podría haber crecido en un 9% el pasado año. Por el contrario, a causa del bloqueo los perjuicios ascienden aproximadamente a un millón de dólares cada dos horas, expresó el canciller Bruno Rodríguez en la presentación del documento.

La administración de Joe Biden mantiene las extremas penalizaciones impuestas por el exdignatario Donald Trump, lo cual refleja la falta de voluntad política del gobierno actual por mejorar las relaciones, en correspondencia con los anhelos de la gran mayoría de sus empresarios y ciudadanos que desean vínculos armónicos y de buena vecindad entre ambos pueblos.

Pero la actitud reaccionaria y las ansias de lucro de la mafia cubano-americana con ramificaciones desde Miami en Washington, donde habitualmente hacen lobbies, no le permiten actuar de forma racional e independiente en defensa de los legítimos derechos de la mayoría de los estadounidenses y cubanos de bien que allí residen, los cuales no comparten esa política con perenne hostilidad y cerco, limitando de bienes de consumo y servicios básicos a más de 11 millones de ciudadanos cubanos que trabajan, estudian, y anhelan un futuro de paz y bienestar para todos por igual, sin distinción de raza, credo, maneras de pensar, ni origen social.

El bloqueo impacta en toda la vida de la sociedad, en el desarrollo del sistema de Salud, Educación, Cultura, Deporte, en las tecnologías que se precisan para impulsar con mayor dinamismo la digitalización, el uso del Internet, las comunicaciones en general. Y particularmente perjudica adquirir medios y recursos vitales para sustentar el sistema sanitario masivo y gratuito para todos los compatriotas en el país.

Lo mismo acontece con la compra de equipos e insumos que requiere el proceso de enseñanza cubano en cada uno de los niveles y profesiones, el cual, aun con limitaciones, ha conquistado importantes lauros en el ámbito nacional e internacional.

Estados Unidos no cesa en su empeño por destruir los avances socio-económicos de la Revolución, el sentido de justicia, equidad, y solidaridad que la caracteriza. Sin embargo, la política de asedio contra la Isla consiguió unir más al pueblo en torno a un proyecto de desarrollo peculiar, y a lo cubano.

A pesar de los problemas e insatisfacciones que causan las malintencionadas y draconianas medidas de Norteamérica, que muestran desprecio por la vida de seres humanos, Cuba sigue apostando con sustanciales transformaciones económicas y comerciales, al desarrollo sostenible y a un modelo socialista más próspero, con paz, independencia y relaciones de colaboración y complementariedad con la comunidad internacional.

Cuba tiene el derecho, como cualquier otro país del mundo, a un desarrollo sin obstáculos, y con la posibilidad de comerciar libremente en las mismas condiciones de acceso a créditos y financiamientos que tradicionalmente se emplean en las transacciones comerciales en el mercado externo.

Nadie duda que el pueblo cubano estaría mejor sin bloqueo.

nyr/Tribuna de La Habana