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Tulipanes rojos en una guerra que no acaba

 

Monumento al Soldado Desconocido. Foto: Tomada de Internet

Cubanos se sumaron al Ejército Rojo en la Gran Guerra Patria. El Día de la Victoria trae recuerdos de la resistencia del pueblo ruso contra el fascismo

Ricardo Gómez Rodríguez
 
Fotos históricas de revista Hispano-cubana e Internet
 
Ella llevaba seis tulipanes rojos a la tumba del Soldado Desconocido, en los Jardines de Alejandro, en la zona norte de los muros del imponente Kremlin de Moscú. Quienes la rodeaban portaban lirios, margaritas, nomeolvides… y velas, muchas velas encendidas.
 
En aquellos momentos, cuando corrían años finales de la década del 80' del último siglo, eran más los veteranos. Ahora son mucho menos los sobrevivientes de la Gran Guerra Patria que van a rendir homenaje a sus hermanos de trinchera y festejar el Día de la Victoria sobre el fascismo, el 9 de mayo.
 
De aquella señora aprendí que cuando los rusos depositan flores a los caídos, siempre lo hacen en números pares, al contrario de si las regalan a los vivos.
 
A ella también le escuché hablar por primera vez de que en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), al Ejército Rojo se unieron algunos cubanos. Muy pocos. No más de tres, según la historia.
 
Íbamos conversando hasta que llegó a las murallas. Primero lo dijo con voz tenue. Luego repetía entre dientes una y otra vez una sola frase: “…dos veces y medio la población de Cuba, fue el saldo de muertos para mi Patria”.
 
Me habló de los hermanos Jorge y Aldo Vivó Laurent, quienes junto a su amigo Enrique Villar, salieron de la Isla por pertenecer a familias revolucionarias asediadas por la tiranía de Fulgencio Batista.
 

Aldo Vivó. Foto: revista Hispano-cubana


Explicó que supo de ellos porque ella nació en la ciudad de Ivánovo, a poco menos de 300 kilómetros de Moscú, adonde llegaron los cubanos al Internado Internacional (orfanato) “Elena Stásova”.
 
Aldo Vivó logró enrolarse en la Segunda División de la Guardia de las Milicias Populares de Leningrado, luego de mucha insistencia porque solo tenía poco más de 17 años.
 
Murió en combate en 1943 a causa de un bombardeo, tras intervenir en varios enfrentamientos en los sectores de Púlkovo y Nevá.
 

Enrique Villar. Foto: Revista Hispano-cubana


En el orfanato que lo acogió a su llegada a esos suelos, hay una placa con los nombres de una veintena de niños y jóvenes que vivieron allí y cayeron en el sangriento conflicto bélico. Entre ellos está escrito el de Aldo Vivó.
 
La señora de los tulipanes no lo contó todo. Hubo que leer, investigar.
 

Jorge Vivó en la tumba de su hermano Aldo. Foto: Revista Hispano-cubana


Jorge inició la gesta en junio de 1941 y a los pocos meses fue herido, evacuado a Leningrado; sufrió el hambre atroz y feroz frío del prolongado bloqueo a esa ciudad, que duró 872 días y cobró las vidas de más de un millón 200 mil personas, más del 90 por ciento de ellas por hambre.
 
Sin embargo, Jorge sobrevivió. Fue uno de los afortunados evacuado en camiones sobre hielo por el llamado Camino de la vida. Llegó al Cáucaso, luego a Asia Central, para después ir a vivir con su padre a México, donde laboró como ingeniero.
 
Niños de 17 años, con fusiles

Hay que ser padre para saber que un muchacho con 17 años es un niño. A esa edad también tomó sus armas Enrique Villar, quien había sido enviado con solo siete años al otro lado del mundo por su madre para salvarle la vida. Habían encarcelado a su padre en Manzanillo, un revolucionario cubano que se oponía a la dictadura.
 
Enrique recibió una rápida preparación militar en una escuela de Moscú, fue jefe de pelotón y tras su solicitud fue enviado al Segundo Frente de Bielorrusia.
 
En la madrugada del 30 de enero de 1944 murió junto a la decena de soldados de su pelotón, en acciones para tomar Fürstenau, en Prusia Oriental. Según datos, sus restos reposan en el Cementerio Militar Ruso de Braniewo, en Polonia.
 
Los rusos no aman la guerra
 
Estábamos apiñados en la plataforma desde donde la prensa de La Habana seguía la marcha y concentración el 5 de mayo último, en el malecón, por el Día de los Trabajadores.
 
Uno de los colegas llegó con imágenes: “Miren lo que hicieron los rusos, izaron su bandera en el cosmos por el Día de la Victoria.”
 
Eso dio pie al diálogo con otro amigo, conocedor de la idiosincrasia y sufrimientos de ese pueblo que resistió en sus entrañas la guerra durante años.
 
Quienes han estado cerca de ellos saben que los rusos no aman la guerra; y cuando determinan emprenderla, es para no repetir errores históricos que dictan la importancia de dar el primer golpe y hacer caso cuando suenan los tambores de agresión.
 
Pocos pueblos padecieron las atrocidades del mayor magnicidio de todos los tiempos, cuando murieron más de 27 millones de niños, mujeres, hombres y ancianos de esa gran nación. Fue así que comprendieron que para erradicar el mal es imposible quedarse en su frontera; sino extirparlo de raíz, como hicieron hace 78 años con las hordas de Hitler.
 

Presidente Putin, veteranos y altos oficiales, rinden homenaje a los caídos. Foto: Revista Hispano-cubana


Documentos secretos del Pentágono revelados recientemente muestran cómo el enfrentamiento que quieren hacer ver es contra Ucrania, realmente involucra a toda la Organización del Atlántico Norte (OTAN). Sólo voy a referirme a uno fechado el 23 de marzo último, el cual refiere la presencia de fuerzas especiales occidentales que operan dentro de territorio ucraniano, sin especificar sus actividades ni ubicación. Reino Unido tiene el mayor contingente con 50 agentes; seguido por Letonia, con 17; Francia tiene 15; y Estados Unidos, 14.
 
Las advertencias que en la última década hizo el presidente ruso Vladimir Putin, acerca del inusitado incremento de bases militares en sus fronteras, es otra pista de que algo se tramaba; incluyendo laboratorios biológicos enemigos, cuyo fin aún no fue descubierto completamente.
 
Tiene mucha razón un amigo, experto político, quien habla de la actual beligerancia en Europa y nunca se refiere a la guerra de Rusia y Ucrania; sino al conflicto impulsado por Estados Unidos y sus aliados en los límites de Rusia. Él afirma: “Pudo ser cualquier escenario; el objetivo es aislar a Rusia, cortar su influencia y liderazgo social y económico en Europa y el mundo.” Para ellos no importa que ahora varios países de aquella región paguen un gas norteamericano mucho más caro; no importa que el mundo sufra crisis de petróleo, harina, cereales.
 
El nazi fascismo no ha muerto y toca a los pueblos ponerle fin.
 
amss

 

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