Por: Rosa Pérez López
Era el 10 de abril de 1892 cuando todos los clubes de la emigración
cubana en Tampa proclamaron el Partido Revolucionario Cubano y
eligieron a José Martí su Delegado, porque en ese entonces ya el
acendrado patriotismo del Apóstol y su genialidad como estratega
político se habían consolidado y trascendido los límites geográficos de
la Patria que lo viera nacer.
Ello explica que las bases del Partido fundado por nuestro Héroe
Nacional no representaran un simple formalismo demagógico, ni un
conjunto de estrictas reglas que favorecieran los mezquinos propósitos
de un grupo sobre otro, sino la plataforma organizativa devenida
justificación y además motivación de una contienda libertaria que ya se
hacía necesaria, para erigirse en postulado de lo que sería la
República de Cuba, cimentada sobre el esfuerzo de todos sus hijos en
el ejercicio de sus legítimas capacidades y derechos.
Porque aquel Partido de nuevo tipo creado por Martí se pronunciaba a
favor de un sistema económico y social que sustituyera la expoliación
y el desorden prevaleciente en la Cuba colonial, fundamentándose en
la acción unitaria de todos los elementos revolucionarios, a la vez que
vinculaba solidariamente la lucha por la libertad de nuestra patria con
la causa independentista de Puerto Rico.
Muy distante estaba el Maestro de reincidir en los errores que
condujeron a la onerosa Paz del Zanjón después de diez años de
insurgencia. Y del mismo modo, su visionaria comprensión de la
realidad continental le impide desentenderse del peligro que
significaba para Cuba su posición geográfica de presa fácil y a punto
de caer en las fauces del naciente imperio norteño.
Es por ello que el Partido Revolucionario Cubano no representaba los
indecorosos y entreguistas intereses de una minoría, en detrimento de
la dignidad y la soberanía de Cuba. Esa vez se trataba de un Partido
que lejos de distanciar a los patriotas en suelo patrio y en el destierro,
a los próceres de la Guerra Grande y a los Pinos Nuevos, fomentaba
la unión entre todos los cubanos: esa anhelada República martiana
"con todos y para el bien de todos" por la que ofrendara su vida en el
cruce de Dos Ríos.
nyr
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