Foto: Tomada de Cubarte
La Revolución cultural, dentro del proceso revolucionario cubano, no es un
fenómeno aislado, es parte intrínseca del proceso mismo, y cuenta a su vez, con
varias aristas: la educación, la ciencia, el deporte, el arte y la literatura,
esencialmente.
Todas, entrelazadas, iniciadas desde el mismo enero de 1959 y con antecedentes
en las zonas liberadas por el Ejército Rebelde durante la Guerra de liberación.
La primera etapa de esta Revolución cultural se extiende hasta
1962 y es marzo de 1959 un mes que marca un hito en ese contexto con la
fundación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) el
24 de ese mes y de la Imprenta Nacional de Cuba el día 31, una semana después,
siendo estas las primeras instituciones culturales, de propiedad estatal,
creadas por el Gobierno Revolucionario.
El Icaic representaba una
nueva en la cinematografía cubana, marcada fundamentalmente hasta ese entonces
por una producción comercial y escasa. Este nuevo cine cubano nació bajo la
influencia del neorrealismo italiano. De pronto, no sólo los maestros de ese
cine, sino otros grandes creadores de América Latina y Europa se dieron cita en
La Habana, para contribuir con la criatura que estaba naciendo.
Su antecedente organizativo
lo vemos en la sección de cine de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y su
antecedente artístico, la película Méganos, de 1955, denuncia social producida
precisamente por esa agrupación.
Alfredo Guevara, Tomás
Gutiérrez Alea “Titón”, Julio García Espinosa, Santiago Álvarez… se hicieron
nombres imprescindibles. Historias de la Revolución, Cuba baila, La muerte de
un burócrata, Las doce sillas… se convertirían en los primeros clásicos del
cine revolucionario que pronto se incrementaría: Lucía, Manuela, Memorias del
subdesarrollo… y con el nuevo cine, llegaría el cartel cinematográfico, que
hizo de Cuba un paradigma en el arte del diseño gráfico.
En otro orden, la Imprenta
Nacional de Cuba, fundada también en marzo, se convirtió en una necesidad del
Gobierno Revolucionario para el apoyo en impresión de libros, folletos y otros
documentos físicos para los procesos educativos que se gestaban. “La Revolución
no te dice cree, la Revolución te dice lee”, vaticinio de Fidel Castro para
impulsar la política editorial en las condiciones de la política cultural de la
Revolución Cubana. Un prestigioso intelectual, Alejo Carpentier, tendría un
importante rol en este nuevo contexto.
La impresión de diez mil
ejemplares de Don Quijote de la Mancha, la novela de caballería de Miguel de
Cervantes y Saavedra, todo un símbolo de la literatura española, vendidos a
precios increíblemente baratos y la organización de la primera feria local del
libro en La Habana, fueron las primeras misiones de la nueva institución.
Más adelante, se crearía la
Editora Nacional de Cuba y la fusión de la imprenta y la Editora Nacional
darían nacimiento al Instituto Cubano del Libro (ICL).
Ya desde hace varias décadas,
la Feria Internacional del Libro de La Habana, que se convierte en la Feria del
Libro de Cuba al extenderse a todas las provincias y muchos municipios dentro
de estas, más, el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano —con sus premios
corales ya establecidos— se han convertido en los mayores eventos culturales de
la Isla de la Libertad, realmente masivos, participativos, interactivos y
plurales. Esa realidad de hoy se gestó con aquellas decisiones importantes en
marzo de 1959, tercer mes del poder revolucionario en Cuba, que marcó esos dos
hitos en la Revolución cultural que no se ha detenido.
Rolando
Julio Rensoli Medina
amss/Tomado
de Cubarte
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