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Rolando Pérez Betancourt: la utilidad del juicio

 

Foto: Tomada de Cubasí


La cultura cubana y la cultura en Cuba acaban de perder a uno de sus más agudos, comprometidos e informados cronistas. Rolando Pérez Betancourt, fallecido este sábado en La Habana, era uno de los más respetados periodistas y críticos cubanos.
 
Su ejercicio cotidiano devino magisterio, y referente para promociones completas de profesionales de la comunicación y el arte. Voz más que autorizada, con las credenciales del estudio y el talento, concretó uno de los más refinados y enjundiosos estilos de la prensa cubana.
 
Pero consistencia e intensidad, en su caso, no fueron nunca pesadez o densidad abrumadora. Escribía para todos, valiéndose de un extraordinario sentido de la síntesis, el pleno dominio del idioma y notables capacidades expresivas.
 
Rolando Pérez Betancourt era capaz de explicar, con luminosas diafanidad y sencillez, grandes y complejos problemas y desafíos del arte, la cultura y la sociedad toda.
 
Y su vocación crítica, asumida sin paños tibios, siempre se realizó atendiendo a una ética profesional inalterable.
 
En las páginas del diario Granma, Pérez Betancourt publicaba comentarios ejemplares sobre cine y otras artes. Defendía la idea de que el crítico no debería aspirar al análisis total y definitivo de la obra... él mismo escogía aristas y las desarrollaba con ingenio y suficiencia de argumentos.
 
“La crítica no es palabra divina, inapelable... la crítica es una entre muchas propuestas, una guía que no se pretende estricta. Pero si es sólida, puede alumbrar muy bien un camino oscuro”, dijo en una de sus conferencias en el Instituto de Periodismo José Martí.
 
Y ese fue credo puesto en práctica. No temió polémicas, no rehuyó de debates públicos. Pero nunca manchó su obra con intereses mezquinos.
 
Defendió la necesidad del comentario crítico, sin imposiciones, en los medios de comunicación más populares. Y en su programa La séptima puerta sentó cátedra por la contundencia de sus análisis, que mostraron a muchos espectadores un cine de calidad, no siempre atendido por las lógicas del mercado.
 
Fue también novelista y animador de varias tertulias, promotor cultural... Cuba lo honró con importantes reconocimientos: el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro en su primera entrega (1999) y el Premio Nacional de Periodismo José Martí (2007), entre muchos.
 
Rolando Pérez Betancourt no aró en el mar: miles de cubanos lo identifican como formador. Fue, en definitiva, un maestro. Un hombre raigal de la cultura.
 
Yuris Nórido
 
amss/Tomado de Cubasí


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