Julio Travieso: “No soy filósofo ni profeta, soy un simple escritor” (+Video)
Redacción Radio Metropolitanafebrero 06, 2023
El escritor Julio Travieso, uno de los autores a los que se dedica la Feria. Foto: Endrys Correa Vaillant
A sus 82 años, al narrador Julio Travieso
Serrano se le dedica la 31 Feria Internacional del Libro de La Habana. La buena
noticia le llegó poco después de haber recibido el Premio Nacional de
Literatura 2021, un reconocimiento, con creces, merecido. ¿Será que todo lo bueno
llega junto?, le digo. “Es posible, ojalá siempre fuera así. Con los años, nos
vamos quedando solos y nos hacemos más sensibles. Los agasajos son más
apreciados”, explica este autor de unos 16 libros en los que se han contado
muchísimas historias. –¿Continúan apareciendo nuevas
ideas? –He escrito historias de
las más disímiles: la de Cuba a lo largo de 200 años, la vida en La Habana del
periodo especial, la actividad del gnosticismo desde el siglo i, hasta hoy.
“Surgen nuevas ideas.
Llegan por diferentes caminos. La mayoría procede de situaciones y experiencias
personales. Mi libro de relatos Días de guerra y mi novela Para matar al lobo
son buenos ejemplos. En ellos volqué lo que pasé durante la lucha contra la
dictadura de Batista, en la que participé activamente. En esas obras quise
sacar los demonios (persecuciones, torturas, asesinatos de compañeros),
reunidos en forma de recuerdos, que arrastraba desde aquella época. Otras ideas
vienen de lo que me contaron o he leído. En Un nuevo día recogí lo que me
relataron nueve asaltantes del Moncada, sobre aquellos hechos. Además, tenemos
la rica fuente que es la historia, con sus múltiples claroscuros, que invitan a
desentrañarlos, desde la literatura. Tengo en preparación un libro de relatos
cuyo marco referencial es la Covid, en La Habana.
–¿Cuándo considera que una
vivencia es valiosa para convertirla en literatura? –Cuando llego a la
conclusión de que puedo atrapar al lector, provocarle placer, llevarlo a
reflexionar y enriquecerlo en su cultura. Atrapar al lector es lograr que no
abandone lo que lee, que el libro no se le caiga de las manos. Libro que
aburre, libro que fracasa, nos dijo Borges. Me interesa provocar placer, que
nos llega a través de un lenguaje hermoso, bien cuidado, y buscar la reflexión
sobre lo que le propone la lectura. Si considero que la idea que tengo entre
manos permite lo anterior, comienzo a recopilar información y luego me adentro
en la escritura. La recopilación puede ser ardua y larga. Con El polvo y el oro
estuve buscando información, aproximadamente, desde 1984 hasta 1991. Una obra,
como El libro de Pegaso, me llevó menos de un año. Igual sucedió con El
cuaderno de los disparates. –En una ocasión me dijo que
entre sus obras favoritas estaban El Quijote y El castillo. Y entre sus poetas,
Antonio Machado. A propósito de esas preferencias: ¿Imagina el futuro de la
espiritualidad humana sin la lectura de El Quijote o sin un acercamiento a
ella? –La lectura, el
conocimiento de esta o cualquiera otra obra, tiene que ser inducida, a través
de la persuasión y la explicación. En eso son fundamentales los maestros que
deben mostrar la belleza y profundidad de un texto. A mí nadie me obligó a leer
El Quijote. Me lo explicaron, pero me adentré en él por propia voluntad. ¡Imaginarse el futuro de
la espiritualidad! No soy filósofo, ni profeta. Soy un simple escritor. Si
queremos ser felices no debiéramos ocuparnos del futuro, según Séneca, que
escribió: “El espíritu a quien el porvenir preocupa siempre es desdichado”.
Solo diré que la pérdida de espiritualidad, la pérdida de las ideas de grandes
escritores y humanistas sería terrible. –Kafka nos dejó obras como El
castillo. Me gustaría que se refiriera a su admiración por la genialidad de
este autor… –Kafka es un autor que
siempre me ha apasionado. Imposible hablar de él en dos líneas. Judío nacido en
Praga, licenciado en Derecho, que trabajó, como burócrata, en una compañía de
seguros, tuvo una vida nada espectacular, nada brillante. Enfermo de
tuberculosis, a los 34 años, deambuló por varios sanatorios y murió en 1924,
con lo cual se salvó del horror nazi y de morir, como sus tres hermanas, en un
campo de concentración. En El castillo, alguien
llega a un lejano castillo en el cual se le ha contratado como agrimensor.
Intenta ponerse en contacto con su empleador, pero nunca lo logra; solo puede
comunicarse con secretarios que son secretarios de secretarios, en una interminable
y absurda cadena. El primer libro suyo que leí, América, me impresionó
profundamente. Luego encontré otros. Aparentemente todo en ellos es absurdo,
fantástico. Si observamos bien, lo fantástico no es tal, sino solo una
descripción agrandada de nuestra realidad. Nuestro mundo, dominado por una
gigantesca burocracia para la cual el hombre común no significa nada, en el
cual la vida cotidiana puede ser totalmente absurda, donde ya nadie se
sorprende de nada y a nadie le importa lo que le suceda al vecino, vecino cuyo
nombre desconocemos. Estoy hablando del mundo en general, cada país tiene sus
particularidades. Un mundo en el que la droga se ha instalado, cambiando a los
humanos, en el que la muerte aguarda al doblar de la esquina. Para mí Kafka es
uno de los grandes escritores de todos los
tiempos. –Machado, en versos
optimistas, asegura que “Hoy es siempre todavía”. ¿Es usted entusiasta? ¿Es
optimista? –La referencia al tiempo
es muy frecuente en la poesía de Machado, sobre todo en sus primeras obras.
¿Soy entusiasta? Depende. El vocablo tiene varias acepciones, entre otras:
exaltación y fogosidad del ánimo. Adhesión fervorosa. Furor o arrobamiento de
las sibilas al dar sus oráculos. Inspiración divina de los profetas.
Inspiración fogosa y arrebatada del escritor o del artista, y especialmente del
poeta o del orador. Nunca he consultado el oráculo de las sibilas, no soy
profeta, debemos tener cuidado con las adhesiones fervorosas y la exaltación,
que pueden derivar hacia el fanatismo y el fundamentalismo. Descarto la
acepción referida al escritor, porque nunca he tenido una inspiración fogosa y
arrebatada. Yo diría que no soy entusiasta a priori. Lo soy si el momento y el
hecho que mueven a entusiasmo lo ameritan. ¿Optimista? Me sucede lo
mismo que con el entusiasmo. Sobre todo, soy realista, entendiendo por realismo
la manera de presentar las cosas tal como son, sin suavizarlas ni exagerarlas. –La Feria reeditará algunos de
sus libros. ¿Cuáles? ¿Habrá alguna novedad? –Saldrá, por la editorial
Letras Cubanas, una reedición de mi novela Llueve
sobre La Habana, y la editorial Capiro publicará un libro nuevo, El amor a los cincuenta, que reúne
una selección de mis cuentos publicados anteriormente. La editorial Sed de
Belleza hará una reedición de El
polvo y el oro. –Las reediciones propician
nuevos encuentros con los lectores. ¿Le resulta placentera la idea? ¿Cómo ve su
relación con los nuevos lectores que aún no han leído su obra? –Por supuesto, es muy
agradable. Los jóvenes, por su edad, vienen con otra visión y nuevos gustos,
muy marcados por las nuevas tecnologías de la comunicación. ¿Leer, en formato
papel, una novela de 500 páginas o ver en el celular una telenovela turca?
Quisiera que no se aburrieran con mi lectura y, aunque no dejaran de ver la
telenovela, me leyeran. – ¿Qué hacer para que tanta
humanidad “alfabetizada” descubra el gusto por la lectura? –Ofrecerles buena
literatura; que les entusiasme, en la que se vean reflejados.
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