La Colmenita de Plaza sumó alegría a la despedida de la primera edición de Arte sin Barreras.
Fotos: Raquel Sierra
Liriano
Juntos
pintaron, bailaron, actuaron y cantaron. Compartieron pinceles, recortes y sueños por hacer un caballo de papel.
En la primera jornada Arte sin Barreras, niñas, niños, adolescentes y jóvenes
en situación de discapacidad, o sin ella, demostraron que son la esperanza del
mundo.
El cierre de la jornada de arte y
discapacidad, iniciada el pasado 30 de noviembre, no pudo tener mejor fecha, el
3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad; creado
para promover los derechos y el bienestar de estas personas en los ámbitos de
la sociedad y el desarrollo, y concienciar sobre su situación y sus
potencialidades.
“En estos tres días hemos celebrado la jornada de Arte sin Barreras, primer taller de arte y discapacidad”; declaró a Tribuna de La Habana, Rebeca Ronda Sarmiento, metodóloga de la Dirección Provincial de Educación, que atiende la educación especial.
“Hemos trabajado juntos muchos
organismos: Cultura, Salud, Educación, Trabajo, los estudios de animación del
Instituto de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y el Gobierno, en
función de que los niños muestren sus actitudes en la plástica, en la
literatura, la música y la danza”, explicó.
“Se ha logrado que los niños se
inserten con otros que no tienen discapacidades, se ha logrado esa inclusión
deseada. Ahora hay que seguir trabajando en función de la sensibilización de la
sociedad, porque todavía hay personas que opinan diferente”, destacó.
“Las personas y los niños con alguna
discapacidad pueden hacer lo que hacen las personas sin discapacidad; solo que
a su tiempo, a su ritmo, en su momento, en su lugar; pero lo logra. Entonces,
esperamos que esta jornada se repita todos los años y que esta sea la primera
de muchas más, porque realmente se logra una felicidad de los niños y de la
familia”.
El festival Arte sin Barreras sesionó en cinco sedes: la Casa del Alba, que
acogió las acciones de literatura y plástica y se intercambió sobre las
experiencias de diferentes proyectos; el teatro Bertolt Brecht, donde se
trabajó la parte de teatro; la Escuela de Danza de 19 y L; los estudios de
animación del Icaic; y la Sociedad Cultural José Martí.
De acuerdo con Esther María La O Ochoa, directora de la escuela especial “Solidaridad con Panamá”, sus niños participaron en varias de las actividades y “se demostró que el arte sin barreras se puede hacer todos los días; se demostró que los niños nuestros son iguales que los demás, que pintan, que bailan y cantan”.
“Como decía Martí, que estamos
celebrando su 170 aniversario, el hombre tiene dos madres, la naturaleza y las
circunstancias. A los míos, la naturaleza los hizo así, como al ciego y al
sordo; pero las circunstancias le permitieron vivir en Cuba con una revolución,
en una escuela que inauguró Fidel”, dijo la pedagoga.
En estos días, agregó, se pudo “demostrar
a quienes todavía creen que hay que segregarlos, que los niños nuestros son los
mismos; son los que van a la primaria, la secundaria y son la esperanza del
mundo”.
Pese a la llovizna, un público de todas las edades de unió al cierre del Festival.
Tal vez, por la entrada del frente frío y las lloviznas, el cierre debió ser en un trato; pero incluso ante esas circunstancias, la Colmenita de Plaza, el coro de la escuela especial “Solidaridad con Panamá” y el proyecto “La granjita feliz”, entre otros, demostraron cuánto se puede hacer si se pone esfuerzo, saberes y corazón; y que unidos al arte, pueden reparar, salvar, conmover y poner alegría en rostros de todas las edades.
En el cierre, se entregaron reconocimientos
a asociaciones que agrupan a las personas en situación de discapacidad: la
Asociación Nacional del Ciego (ANCI), la Asociación Nacional de Sordos de
Cuba (Ansoc) y la Asociación de Limitados Físicos Motores (Aclifim).
El baile y la música no faltó en la mañana de despedida. |
Daniela, con trastorno del espectro autista, demostró su destreza en las
manualidades. |
Foto: Cortesía de la
Dirección Provincial de Educación |
Raquel Sierra Liriano
amss/Tomado de Tribuna de La Habana
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