Foto: Tomada de Cubarte
En diciembre del año pasado se publicó en La
Jiribilla mi artículo ¡Goodby USA! Esa perspectiva, durante el año que culmina, no ha
cambiado mucho.
Como diría Panchito Riset, “el cuartico está
igualito”, sobre todo en relación con las medidas
de guerra de EE. UU. contra la Isla —prefiero denominarlas así y no
“bloqueo”, como argumenté en La guerra de Estados Unidos contra Cuba.
Algunos paliativos no cambian en esencia la política
de “máxima presión” que intenta el gobierno estadounidense para liquidar al de
aquí; que organiza la república de acuerdo con un concepto socialista de
derecho, atemperado a los nuevos tiempos y adaptado a los intereses nacionales.
Ya casi a finales de año, se observan movimientos
“demócratas” de EE. UU., quizás para retomar la vía de Obama… Son bienvenidos,
pero hay que aprender a vivir por nosotros
mismos.
En 2022 sufrimos tres desgracias: la explosión en
el hotel Saratoga, el rayo que al impactar la base de tanques de combustible en
Matanzas provocó un descomunal incendio nunca visto en el país, y el huracán
que atravesó a Pinar del Río y dejó enormes secuelas en el occidente del
archipiélago. Demasiado, y más si se le suma la guerra de los yanquis.
“Algunos paliativos no cambian en esencia la política de ‘máxima presión’ que intenta el gobierno estadounidense para liquidar al de aquí”. Imagen: Tomada de Radio Cubitas por Cubarte
Cuando el gobierno estadounidense necesita una
acción que favorezca a sus intereses en política exterior, cambia de la noche a
la mañana sus criterios sobre una situación que se ha mantenido inalterable;
pero si necesita obstinarse en una política obsoleta, aunque el mundo rechace
20 veces su pensamiento jurásico, persiste en la incoherencia.
Siempre han creído que además de crear las reglas
del juego, pueden cambiarlas a su conveniencia. No les ha quedado más remedio
que pasar la página de los ridículos “ataques sónicos”; y el actual gobierno
colombiano ha reconocido enfáticamente la colaboración de la Isla, desde la
presidencia de Juan Manuel Santos, en el diálogo con las guerrillas y la
política de paz, mas siguen tildándonos de terroristas.
Todavía “traficamos con personas”, pero es tan
evidente el éxito de las vacunas cubanas y el prestigio mundial de nuestros
especialistas e investigadores, que varias ciudades e instituciones de EE. UU.
están pidiendo nuestra colaboración —ya no “tráfico”— médica y científica.
Aún ciertos sectores del establishment y
de la emigración albergan esperanzas de que el pueblo cubano se rebele contra
su gobierno, y hay que contar para el año próximo con más agresiones de los
dinosaurios.
A nuestra histórica crisis alimentaria por
diversos orígenes, entre los que cuenta, y no poco, la acumulación de errores
sin resolver, se sumó la crisis energética, también multicausal; los gastos
ocasionados por el enfrentamiento a la pandemia con recursos propios limitaron,
postergaron o anularon procesos inversionistas imprescindibles, entre ellos los
relacionados con la energía y la alimentación; y paralelamente se han
acrecentado deficiencias que poco salen a la luz.
Una crisis más se ha expresado de manera
turbulenta y dinámica: la migratoria, insertada en un tráfico mundial hacia
donde hay más oportunidades de bienestar individual;
sin embargo, en Cuba se ha potenciado extraordinariamente por la sumatoria de
las crisis mencionadas.
Hay que reconocer que el actual gobierno
estadounidense ha sido el más eficiente en cortar fuentes de ingresos para la
Isla. Otra razón que nos obliga a vivir, y vivir bien, por nosotros mismos.
Se ha repetido que en estas y otras crisis no solo
intervienen factores externos, sino graves errores internos; y ha demorado
demasiado la implementación oportuna para paliarlas, bien por estructuras
obsoletas o por inercias subjetivas arcaicas.
Políticas agrarias, industriales, económicas,
comerciales, financieras y empresariales han sido, en no muy pocos casos,
erráticas, temerosas de los cambios, zigzagueantes en su aplicación y
burocráticas por sus resultados, en un irremediable escenario; pues solo pueden
hacerse eficientes y eficaces en medio de la guerra de EE. UU. contra Cuba, o
el país colapsa.
Ningún enemigo regala ventajas, hay que
conquistarlas y hacerlas fuertes con inteligencia y sistematización; volverlas
útiles a la causa que defendemos y ponerlas a disposición de la prosperidad de
los cubanos.
Las políticas sociales, culturales e informativas
no tienen otra opción que actualizarse y dejar el nefasto lastre conservador
que las retarda y obstaculiza, bajo la urgente necesidad de que nos sintamos
cada vez más emancipados.
En las más altas instancias gubernamentales y partidistas
del país se ha reconocido que entre los problemas de las implementaciones de
políticas está la corrupción; y que en la aplicación de algunas medidas en que
interviene o predomina la ideología, existe pasividad, incultura o
irresponsabilidad, pero la falta de reconocimientos y conocimientos, la
ausencia de autocrítica y el exceso de verticalismo, la supervivencia de vicios
y dogmas de tiempos sepultados que retardan o anulan la real democracia, actúan
como instrumentos idóneos para la construcción de trampas enemigas hacia las
cuales marchan ingenuos y oportunistas; los primeros, víctimas de las nuevas
circunstancias, y los segundos, esperando su oportunidad hipotética para ser
llamados como representantes de la línea “pura”, salvadora y vanguardista. Para
estos últimos, el “pueblo” está confundido y hay que educarlo en la única
verdad que solo detentan los “iluminados”; lo demás es propaganda imperialista
y servidumbre de apátridas.
Más allá de la existencia de disensos u
oposiciones manipulados, el consenso hay
que construirlo día a día, junto al pueblo, no por encima. No pocas veces
el neoliberalismo económico y el neoconservadurismo político se han unido en un
engendro con máscaras socialistas.
“Es tan evidente el éxito de las vacunas cubanas y el prestigio mundial de nuestros especialistas e investigadores, que varias ciudades e instituciones de EE. UU. están pidiendo nuestra colaboración (…) médica y científica”. Imagen: Adán / Tomada de Trabajadores por Cubarte
Todas las crisis mundiales avanzan y los
acontecimientos seguirán su curso con más continuidades que rupturas. Rusia se
prepara para una larga guerra contra Ucrania y la OTAN, mientras Europa se
desgasta.
El pensamiento fascista se extiende e intensifica.
Existe la posibilidad de que comiencen otros enfrentamientos armados alentados
por la guerra entre potencias, y más pueblos entrarán en guerra.
Los gastos militares romperán récord, igual que
las cifras de inflación. El rechazo a Israel por su expansionismo imperialista
provocará más conflictos. China establece alianzas con la India, Arabia Saudita
y África, y se acerca más al control del comercio mundial.
Los Brics van a crecer para fortalecer el multilateralismo
y defender un eje que ha iniciado un nuevo proceso de importancia en el
equilibrio económico planetario.
América Latina comienza a adquirir su mayoría de
edad en la defensa de los intereses de sus pueblos y en medio de batallas se va
integrando y creando condiciones para diversificar economías y comercio, base
de su real independencia.
Los países más emergentes del planeta apuestan por
políticas de justicia, soberanía y progreso; serán más libres en su balance y
compromiso de política exterior, en la medida en que las opciones de sus
relaciones económicas y comerciales sean más variadas y no dependan de una sola
potencia.
EE. UU. seguirá retrocediendo en su credibilidad
simbólica; incluso ante sus nuevas colonias europeas, y sancionará y juzgará
bajo sus ancestrales prácticas de jueces mundiales.
Otra crisis avanza en todo el orbe: la
irracionalidad, la falta de razón y lógica, la carencia de sentido común, el
abandono de métodos y el desmembramiento de estructuras que por no adecuarse a
una situación singular se desechan de manera general, la incapacidad para
priorizar lo importante y distinguirlo de lo urgente, el abandono de la
sistematicidad de logros y conquistas ganados en muchos años de sudor y sangre
por causas nobles que responden al patrimonio de la humanidad.
Las declaraciones públicas de personas poderosas o
empoderadas, influyentes, decisoras de políticas que pueden revertir el destino
de la humanidad, han dejado una huella temible.
Personas a quienes corresponde defender una
posición, cínicamente protegen y patrocinan otras, hasta antagónicas. Es
preocupante esta crisis cultural mundial y el ascenso de la estupidez mezclada
a la codicia y a la corrupción, incluso en quienes están mandatados para no ser
estúpidos.
Pensamientos, razonamientos y conclusiones que
parecen propios de la intimidad o privacidad, pasan como verdades absolutas y
acceden irresponsablemente al plano público.
En esas condiciones internacionales y nacionales, el pueblo cubano para el año que viene está
obligado a trabajar consecuentemente en la superación, en su acepción
dialéctica, de todas las crisis mencionadas.
Se insiste mucho en la económica, comercial y
financiera, especialmente la externa; pero hay países ricos que muestran
acentuadas crisis de estulticia, desatino, despropósito y dislate a un nivel
que engendra engreimiento y pedantería, abulia e idiotez.
La crisis de la inteligencia puede acabar con
nuestra civilización. Baste señalar que no solo se ha pensado en usar armas
nucleares en una guerra, sino que se ha amenazado con hacerlo.
EE. UU. y sus patéticos seguidores son líderes
entusiastas y codiciosos de estas pandemias que amenazan el planeta, pero no
los únicos. Tampoco resulta ni sensato ni real despedir un año y recibir otro
con esta relación de catástrofes.
Soy numantino sobreviviente, soñador incurable y
me sumo al grito de mi abuelo mambí, comandante del Ejército Libertador: ¡Viva
Cuba libre!
Juan
Nicolás Padrón
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