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Ensayo de la puesta en escena de Andoba, dirigida por Huberto Llamas. De izquierda a derecha, Manuel Vaillant (Aniceto) y Julio Marín Hernández (Andoba). Foto: Dunia Álvarez Palacios
“Fiera entre las fieras”, Oscar tuvo que
moverse “muy sabroso” en las calles para mantener a su familia. No entiende,
entonces, cómo su hermano puede estar en desacuerdo con su intención de seguir
viviendo del “invento” tras salir de la cárcel. “Tu tiempo ya pasó y no va a
regresar”, le dice Guillermo.
¿Se insertará “el guapo” en la nueva sociedad
nacida con los cambios producidos a partir de 1959? ¿Podrá zafarse de los
elementos antisociales que lo buscan para saldar viejas deudas, o seguirá
tomando un rumbo distinto cada día para llegar a la casa?
Andoba, como lo conocen en el ambiente, no sabe
de miedo hasta que en el barrio tiene que virar el rostro hacia las paredes
para no ser visto. Sin embargo, para él “los cobardes son los que van a hacer
denuncias a la policía”. ¿Hasta cuándo pensará así?
La vida en un solar habanero de inicio de los
años 60' se ve reflejada en Andoba, escrita en 1979 por Abrahán
Rodríguez; y que el próximo lunes será llevada a escena en el parque Trillo; y
el 22, en el barrio de La Güinera, en Arroyo Naranjo; bajo la dirección de
Huberto Llamas.
Conocido como Maestro de las Américas, por su
amplia labor formativa en el continente durante más de tres décadas, este
teatrista y profesor, galardonado con el Premio Nacional de Cultura Comunitaria
en 2003, ha permanecido en la Mayor de las Antillas durante varios meses para
reponer algunos de los grandes clásicos de nuestro teatro.
Así, en agosto pudimos disfrutar –bajo su guía-
de Santa Camila de La Habana Vieja; y ahora ha unido “a jóvenes
aficionados con figuras que llevan más de 40 años sobre las tablas” para, con
un lenguaje coloquial, “hablarle al vendedor de frutabomba, de limón, al mundo
popular de las calles habaneras. Yo no dirijo –asegura–, muestro los
sentimientos de la realidad latinoamericana”.
“Esta obra es un
modelo para la juventud, para que sean conscientes de su responsabilidad
social, y para que sepan que ellos pueden escoger el camino que van a seguir”.
Ahora que “ya se acabó el silencio de la
pandemia” y las salas de presentaciones han vuelto a su agitación habitual,
Huberto Llamas tiene la certeza de que es el momento para reponer obras
populares como Andoba.
“La vida es un ciclo y los actores que están
hablando por esos personajes de hace más de 60 años, no vivieron aquella época”;
por lo que pueden acercarse más a ella de esta forma, como mismo lo puede hacer
el pueblo. Precisamente a él está dedicada, “porque le soy fiel a la cultura
cubana, donde me formé”, insiste.
Maestro de maestros, quien por segunda ocasión
tomará la batuta de este texto simbólico de la escena y de la historia
nacional, ha llevado el teatro a “los terrenos” donde muy pocos artistas han
llegado: a los barrios, a las comunidades vulnerables, a las calles donde
vivieron muchos Andoba.
amss/Tomado de Granma
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