Hoy mi Habana

 

Texto : Rosa Pérez López

Hoy mi Habana cumple quinientos tres años, y quiero hablar del infinito bosque de columnas que sostienen la fronda de tantísimos portales; de sus coloniales medio puntos y sus techumbres de tejas; del caprichoso barroco de la Catedral y del muro de concreto donde comienza o quizás termina esta ciudad... y también ciertos amores.

Por haber nacido y vivir en La Habana he pagado gustosamente el precio de la fascinación, la permanencia y otros desafíos innombrables. Esta Habana mía de rostro tan ecléctico, cuyos perturbadores misterios siempre me han tentado la imaginación, lo mismo que las aves que le fabrican a esta ciudad un techo de plumas y de trinos, organizando en el cielo un concierto espontáneo y numeroso que vuela junto al viento para anidarse después en mi alma.

Haber nacido y vivir en La Habana es mi felicidad suprema. Una especie de hechizo que me encadena a la ceiba fundacional; al faro que desde El Morro le hace guiños luminosos a la noche; a los rugidos de bronce de los leones que custodian el Prado; a La Giraldilla que procura hallazgos en el horizonte; a la Plaza donde en medio de una multitud le hice a mi patria hace mucho tiempo un juramento... y lo he cumplido.

Haber nacido, vivir y querer morir en La Habana es para mí mucho más que una fortuita circunstancia o un romántico anhelo: es un acto de fe que renuevo desde el tempranero amanecer oloroso a café recién colado, hasta la insomne madrugada que auspicia mis inquietudes... y también mis esperanzas.

Hoy mi Habana llega a sus quinientos tres años, y le doy las gracias por deberle cuanto soy y seré. Le ofrendo humildemente estas palabras. Le entrego mi corazón enamorado.

nyr