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Foto: Ariel
Cecilio Lemus
Un cambio de tiempo arropa el ambiente en el
centro cultural Bertolt Brecht, hasta donde llegan dramaturgos, artistas,
amigos a acompañar, en su adiós final, a Eugenio
Hernández Espinosa, gloria de la cultura cubana.
Para quien cambió también los tiempos, en
especial los de la escena teatral cubana, no hay soledad. Muchos son los que se
congregaron frente a sus cenizas –que tendrían como destino los jardines del
Teatro Nacional de Cuba, y que cubre una bandera tricolor– para recordar lo
mejor que los unió al autor de Calixta Comité, Lagarto Pisabonito, Mi
socio Manolo, Emelina Cundiamor y María Antonia; esa obra extraordinaria
que, en palabras del dramaturgo Gerardo Fulleda León, “conmovió a los cientos
de espectadores que, una y otra vez, acudimos al teatro Mella a presenciar
aquel espectáculo magníficamente dirigido por Roberto Blanco”.
“Estallamos en un aplauso interminable,
conmovidos, como nunca, ante la transgresora y excepcional brillantez de aquel
suceso cultural”, dijo; y recordó que, de esta forma, “tan magistral”, entraba
en la dramaturgia cubana “una voz con alcance artístico semejante a la de un
Lope de Vega contemporáneo, por su carácter eminentemente popular y su amplia
producción literaria”, con lo que contribuía a “clarificar desde la escena, en
profundidad, las pasiones, encrucijadas y ensueños de una porción significativa
de nuestra sociedad”.
Con total justicia, reconoció el texto Calixta
Comité como “el más honesto, brillante y polémico que haya subido a
escena en nuestro panorama teatral en mucho tiempo”.
A la trascendencia de “este predestinado” se
refirió Fulleda León, quien sacudido por honda emoción, lo llamó “nuestro
hermano mayor” ante un público que aplaudió largamente sus palabras, y en el
que se encontraba, junto a otras personalidades, Alpidio Alonso, ministro de
Cultura.

amss/Tomado
de Granma
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