Duani Ramos, actual vocalista del grupo
Moncada. Foto: Yaciel
Peña de la Peña
A propósito de los 50 años del Movimiento de la Nueva Trova,
contamos con una agrupación cuya trascendencia pervive entre los ejemplos
relevantes de sus días fundacionales.
Ese viernes el grupo Moncada conmemora
sus cinco décadas de formado. Le rendimos honores por haberse desarrollado en
una trayectoria que, como suceso musical, ha incidido significativamente en nuestro vigoroso sentimiento nacional desde
la cultura.
El acercamiento a semejante obra no
se puede limitar a la elemental sumatoria de sus numerosos éxitos, sino al modo
en que dichas canciones permanecen en nosotros. Portadoras de valores éticos y
estéticos, inherentes a los principios regidores del emblemático movimiento,
estamos en presencia de piezas avaladas tanto por la tradición como el movido
son campesino El pasito de la bibijagua;
mientras que en Yo te quería, María y
Hoy es siempre todavía, asumen la
mayor contemporaneidad dentro de un proyecto sonoro en el cual conviven estilos
diferentes en la mayor armonía.
En el contexto de la música popular
contemporánea, en la que el poder avasallador del mercado pretende elegir como
triunfadores a aquellos que se inclinan ante la vulgaridad y el mal gusto, haber
sorteado hábilmente tales inclemencias por tan largo espacio de tiempo es un
mérito que el grupo Moncada ha
sabido refrendar con refinada elegancia.
Basta recordar las voces de Alberto
Faya o de Augusto Enríquez; igual Alexis Morejón y Tony Luis González; hasta la
del vocalista principal de estos momentos, Duani Ramos, para comprender esa
versatilidad –tan bien recibida en sus conciertos– para combinar, desde una
pieza de sentido mensaje ideológico como Crecerá,
con la declaratoria amorosa de Tu mirada,
y continuar con la explosiva intensidad de Gallo
de pelea. Durante 50 años,
distintos músicos han dejado la huella de su travesía por Moncada; reservorio natural del que emergieron destacadas
personalidades en profesiones diversas, como es el caso del sicólogo Manuel
Calviño, al igual que el intérprete David Blanco y un vanvanero de pura cepa
como Mayito Rivera. Y como es obvio, en este momento del recuento, se nos
aparece en toda su humanidad física y espiritual, el recuerdo de un músico que
por 48 años estuvo en la agrupación, y bautizado por sus seguidores como Pedro,
el Gordo, el inefable Pedro Trujillo.
Hoy agradecemos la oportunidad de
sentirlos como parte importante entre las crónicas de vida de este pueblo, y
aplaudimos a Jorge Gómez, su director. Desde siempre, Jorge ha demostrado una
pertinaz confianza en dicho proyecto al contar con la requerida previsión de
por dónde avanzar en cada época; sin que los cambios oportunos impliquen una
negación de aquellos postulados que, en un lejano octubre de 1972, inspiraran
al grupo de jóvenes músicos decididos a
alcanzar un rango de valor patrimonial en la cultura cubana.
amss/Tomado
de Granma
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