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Día de la Cultura Cubana: un canto a la Patria

 

Foto: Raúl San Miguel

“Hay un valor simbólico: es la capital de la nación, la cabeza; pero al mismo tiempo es también muy representativa de todos los valores culturales, intelectuales, políticos, históricos y sociales del pueblo cubano. También es un catálogo de la más hermosa y deslumbrante arquitectura que alcanzó la Isla”.
Eusebio Leal Spengler

Basta mirarlos en las calles. La nueva hornada de jóvenes de las escuelas de arte merece que nos detengamos a reflexionar en lo andado hasta la fecha en la forja de una nación, sin dejar de pensar cómo han sido los esfuerzos de la Revolución –durante décadas- para fundar instituciones académicas abiertas que faciliten la fluidez del talento artístico en miles de jóvenes formados en diferentes especialidades.

Es imprescindible evocar en esas palabras de Fidel a los intelectuales: “La Revolución no te dice cree, te dice lee”. El porqué desde el programa del Moncada, reflejado en La Historia me absolverá, hay tanto de esos cimientos que fueron labrados con voluntad, sacrificio y vidas de jóvenes y adolescentes que se fueron a la Campaña de Alfabetización; un hecho inédito en toda Latinoamérica y el mundo como parte de un proceso revolucionario de profundos cambios políticos y sociales, pero sobre todo independentista y soberano.

Surge la Imprenta Nacional de Cuba, el 31 de marzo de 1959, dirigida por el destacado intelectual Alejo Carpentier. Antes la creación del Ballet Nacional de Cuba, el 28 de octubre de 1948; gracias a la voluntad de Alicia Alonso y Fernando Alonso floreció con dulcísimos frutos después del triunfo del Ejército Rebelde en enero de 1959, que posibilitó formar a niños campesinos en un arte clásico de los escenarios internacionales.

En septiembre de 1959, el maestro Pedro Ramiro Guerra Suárez -desde el recién creado Departamento de Danza Moderna del Teatro Nacional de Cuba-, lanzó una convocatoria a bailarines para formar una compañía. La vida del Conjunto Folklórico Nacional surge en 1962, fundado por el recientemente fallecido Rogelio Martínez Furé, destacado folklorista, etnólogo e investigador.

Dando tumbos por las montañas de Cuba, llegando a los más intrincados lugares de la propia ciudad de La Habana, el cine móvil descubría la pantalla grande y el interés por un cine que provenía de la naciente industria llamada Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos, el 24 de marzo de 1959, con su presidente fundador, Alfredo Guevara, mediante la Ley No. 169, firmada por Fidel en su condición de Primer Ministro, y de Armando Hart Dávalos, como titular de Educación, que -en su artículo primero-, definía la finalidad de la Institución de “organizar, establecer y desarrollar la industria cinematográfica, atendiendo a criterios artísticos enmarcados en la tradición cultural cubana, y en los fines de la Revolución...

La Escuela Nacional de Arte (ENA), también llamada Ciudad de las Artes, se funda en marzo de 1962 en un sitio enclavado al oeste de la capital en el reparto Cubanacán; lugar desde donde también surgió una avalancha extraordinaria de marcado impacto internacional con el cartel de Cine Cubano, verdaderas obras de arte diseminadas por todas las naciones del planeta. Enumerarlas resulta interminable.

No existe una década del proceso revolucionario cubano que no esté marcada por la defensa de la cultura. La Habana como epicentro de muchos de estos acontecimientos histórico-culturales se alista para celebrar su aniversario 503; lleva grabado en imágenes sobre sus calles, edificios y avenidas, el testimonio de los masivos encuentros de Fidel con el pueblo en la Plaza de la Revolución. Uno de los hechos que define la resistencia ante los avatares de estos tiempos, los intentos de neocolonización cultural por parte del imperialismo norteamericano, los cuales no han podido borrar el sentimiento de gratitud a la bandera cubana propuesta en 1848 por Miguel Teurbe Tolón a petición del militar Narciso López, en Nueva York, y adoptada por la Asamblea Constituyente de Guáimaro, reunida en 1869. Fue oficialmente adoptada en 1902 como bandera de la Cuba independiente.

Antes el canto de la Patria, nacido el 13 de agosto de 1867, cuando se reunió el Comité Revolucionario de Bayamo en la casa del abogado Pedro Figueredo para elaborar los planes que debían desencadenar el movimiento independentista cubano, nos convoca desde entonces como hijos de una Patria frente a los nuevos desafíos y la necesaria unidad para enfrentar cada batalla.

Así lo definió el líder de la Revolución cubana al citar a Martí, cuando en momentos de gran complejidad para Cuba aseguraba que la cultura era el escudo y la espada de la nación; y agregaba: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”; y concluía: “sin identidad (sin cultura) no hay libertad posible.

                                                                                 Foto: Michel Mirabal
amss/Tomado de Tribuna de La Habana 





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