URGENTE

6/recent/ticker-posts

Santiago, nuestro Santiago de Cuba

 

                                                                       Foto: Miguel Rubiera Justiz

 Por: Rosa Pérez López

“Es Santiago de Cuba, no os asombréis de nada”. Así dejó dicho para los tiempos el poeta Manuel

Navarro Luna, quien sabía que nada podría provocar asombro en una ciudad donde cada piedra

fuera pedestal de un héroe… hasta convertirse ella misma en heroína.

Esa ciudad estremecida a veces por un telúrico palpitar, como si se le desbordara desde las

entrañas la naturaleza indómita de sus mujeres y sus hombres. Esos hombres y mujeres que al

igual que el mulato santiaguero que alzó su intransigencia en Baraguá, parecen haber nacido de

león y de leona.

Quizás por adeudarle el nombre a Santiago Apóstol, el santo guerrero patrono de España, la ciudad

haya sido depositaria de un batallador instinto, y desde aquel fundacional asentamiento del 25 de

julio de 1515, haya seguido renaciendo de sí misma una y otra vez durante quinientos siete años, a

despecho de sismos y huracanes. Que a nadie sorprenda entonces que fuera precisamente allí

donde una madrugada de carnaval se fundieran los últimos clamores de una conga con los

primeros disparos que anunciaban una nueva clarinada insurgente en pos de la libertad de Cuba.

Por eso andar ayer, hoy y siempre por Santiago es escuchar los motores de los autos que marchan

sigilosamente desde una granjita en la playa Siboney, hasta la imponente fortaleza militar de la

calle Garzón. Andar ayer, hoy y siempre por Santiago es revivir el despliegue de una generación

hecha de sueños y bravura, que vulnera sorpresivamente las garitas en vigilia. Andar ayer, hoy y

siempre por Santiago también es comprender por qué en esa ciudad el heroísmo conserva su olor

a pólvora y a sangre numerosa y joven.

Es convencernos nuevamente de que desde aquel fundacional 25 de julio de 1515 Santiago de

Cuba ha renacido de sí misma muchas veces, pero nunca ha sido más esplendoroso su renacer

que aquel de hace sesenta y nueve años, cuando el mes de julio llegaba a su día veintiséis y una

gloriosa generación hecha de sueños y coraje se disponía a vindicar la memoria del Apóstol en el

año de su centenario.

nyr

Publicar un comentario

0 Comentarios