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Foto: Tomada de pcc.cu
Por Rosa Pérez López
Hoy vuelve a ser 26 de julio sesenta y nueve años después
de que, desde sus sueños a su sangre, una generación gloriosa se empeñara en
rescatar de la afrenta la memoria del Apóstol cuando era el año de su centenario.
Hoy vuelve a ser 26 de julio y siempre lo será mientras
nuestro pueblo asuma con entereza y constancia su combate impostergable del
presente: esa carga necesaria que nos permita seguir siendo merecedores de la
ofrenda de quienes lucharon y cayeron en 1953 en los cuarteles de Santiago de
Cuba y de Bayamo.
Hoy vuelve a ser 26 de julio, y más allá del advenimiento
de una fecha histórica, cualquier día puede ser decisivo para tomar por asalto
el porvenir; para atacar con las armas del juicio, del patriotismo y del
civismo los obstáculos que intentan entorpecer el avance de la hermosa, humana
y justa obra de la Revolución Cubana.
Porque seguimos en combate, el de estos tiempos ha de ser
el enfrentamiento incesante a la indolencia, a la indisciplina, a la subversión,
al desaliento, a la desconfianza que pretenden fomentar en nuestro heroico
pueblo los asalariados del imperio que promueven una guerra mediática ante la
cual levantamos cada día las convicciones y los principios sobre los que se ha erigido
a lo largo de los siglos la moral y la firmeza de los cubanos dignos.
No se trata ahora solamente de un grupo de jóvenes
empeñados en conquistar la independencia de nuestro país: hoy son varias
generaciones de patriotas dispuestas a rescatar y enaltecer los valores sobre
los cuales se fundara nuestra nacionalidad. Esos valores defendidos tantas
veces a filo de machete y a estallido de pólvora, y que hoy resulta inminente
preservar con la fuerza del ejemplo inspirador, el pensamiento cabal y la
actitud oportuna y consecuente, si queremos salvaguardar por siempre y para
siempre nuestro derecho a seguir mereciendo ese porvenir cada vez mejor para la
patria con el que soñaron los héroes y mártires del Moncada y el Carlos Manuel
de Céspedes.
amss
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