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Una luminaria llamada Lien

Foto: Tomada del perfil de Facebook de la artista. 

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La Pupila Asombrada es de esos programas de televisión que nunca dejo de ver, tanto por la solidez conceptual de los argumentos teóricos que plantea, como por las exquisitas propuestas artísticas que nos ofrecen, de esas que habitualmente no encontramos en otros espacios.

Por tales razones, en una de sus últimas emisiones me sentí literalmente sacudido por la impronta, en la escena, de una cantante acompañada de su guitarra.

Nunca pensé que, a mi edad, después de haber visto tantos artistas sorprendentes, podría ser impactado de nuevo por otra figura de semejante autenticidad en el mundo de la canción.

De repente, su decisión de afrontar sin miedo ninguno el apasionado canto al igual que el intenso rasgueo de la guitarra, me hizo evocar, por una parte, aquella audacia de creatividad imposible de atrapar entre los moldes establecidos, como la que caracterizara a la cantante Janis Joplin; al mismo tiempo que pude constatar el legado en nuestros músicos de Santiago Feliú, un trovador verdaderamente impredecible. No por gusto, la matancera Lien Rodríguez ha hecho patente su admiración por una cantante, en quien tampoco hay espacio para las banalidades ni inoportunas frialdades, como Ivette Cepeda.

Al escarbar todavía un poco más en la trayectoria de Lien, uno se percata de inmediato de dónde le viene esa necesidad de expresarse a través del canto. Nada más de saber que estuvo como violonchelista y directora musical del grupo de Liuba María Hevia –algo así como pasar un curso de nivel superior en lo relativo al cultivo del talento desde el buen gusto–, me hizo comprender la amplitud estilística de su obra.

De nuevo somos testigos de que cuando en nuestra vocación por el arte uno trae consigo el explosivo gen de la creatividad, sencillamente hay que dejarlo salir, y con la mayor urgencia.

En temas como Ley de gravedad, De vuelta y Concilio de las aguas, entre tantas otras, esta trovadora nos sorprende, otra vez, al confesar, con la mayor naturalidad, que una buena canción lo mismo puede resultar atractiva; ya sea acompañada nada más por dos violonchelos o utilizar dicho instrumento como si fuera una guitarra, mientras que en otras, toca esta hasta con un palito chino.

Marcada por la herencia de continuar en el camino del canto de aquel Silvio Rodríguez de los comienzos, Lien es una verdadera luminaria que espera ser descubierta en un rango de mucho mayor espectro.

Que la certeza de que su obra sería de inmediato promovida por aquellos que en otros contextos están a la caza de talentos virginales como los de Lien, no impida decidirnos definitivamente a otorgarle el lugar premonitorio que merece en la canción cubana contemporánea.

amss/Tomado de Granma


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