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El capitán Benítez

Foto: Abel Rojas Barallobre.

La pelota salió disparada con fuerza hasta lo profundo de las praderas. El defensor no pudo atraparla después de un pique violento contra el césped y la vio rodar hasta rebotar contra los colchones.

Los corredores se desbocaron por la media luna en una rápida cabalgata hasta el home-plate bajo un escándalo en los graderíos, y el bateador apenas pudo alcanzar la primera almohadilla.

Se trataba de Carlos Benítez, ese capitán de la caballería granmense que a pesar de una lesión en una de sus piernas continuaba inamovible en el turno de cuarto bate de los vigentes monarcas nacionales.

Unos seis años atrás había escuchado decir a su director Carlos Martí, que un pelotero como ese, mientras él estuviera al mando del equipo, no iría jamás a la banca bajo ningún concepto, promesa que hasta el día de hoy ha mantenido.

Han pasado ya 17 temporadas desde que aquel jovencito de Yara irrumpió en Series Nacionales. Víctima del fatalismo geográfico durante la primera parte de su carrera, se hacía invisible también para muchos técnicos al defender la segunda almohadilla de un equipo que durante 40 años nunca había conseguido una corona en nuestros campeonatos domésticos.

Después que los Alazanes subieron a lo más alto del podio en aquella tarde de enero de 2017, Benítez comenzó a engrosar un currículum donde resaltan tres coronas nacionales, y varias participaciones en torneos internacionales, incluyendo tres series del Caribe y un clásico mundial.

Convertido en la clásica bujía inspiradora de los caballos orientales, este hombre de 35 años es un temible bateador a pesar de no poseer un físico impresionante, con el plus de producir con efectividad en momentos de alta tensión.

Todos saben que los corredores en posición anotadora cuando Benítez está en el cajón de bateo, duran menos allí que un trozo de carne en un estanque lleno de pirañas. En esta temporada encontró a 134 y trajo a casa a 43, para un altísimo 32.09%, además de empujar 18 veces el empate o la ventaja, líder del equipo en estos acápites.

Pero no es solo con el madero en ristre que este atleta se ha convertido en un caudillo para sus huestes. Su seriedad, calidad humana, nivel de compromiso, entrega, y profesionalidad, son características que atornillan en sus hombros los grados de capitán.

Este jueves, ya recuperado de su lesión, volverá a guiar a los suyos sobre la grama del Victoria de Girón para tratar de poner a punto de mate el playoff final de esta Serie 61.

Los Cocodrilos matanceros lo conocen bien, y saben que en este negocio no se le puede estar lanzando muchas pelotas a hombres como estos, si quieren mantener la esperanza de recuperar el trono perdido en la campaña pasada.

La historia de Carlos Benítez no ha terminado, como no ha concluido aún esta gran final de la pelota cubana. Ningún jugador es tan bueno como todos juntos, y él lo sabe, porque su humildad le brota por los poros de la piel. Pero hay hombres que reúnen en si mismo el decoro de muchos. Nos vemos en el estadio.

odh/Cubadebate

 

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