El 10 de diciembre del 1565, el Cabildo de La Habana ordenó cerrar los caminos que existían a lo largo de la costa, provenientes del oeste, con el propósito de cerrar el paso a los piratas que con frecuencia desembarcaban por esa zona.
El Vedado visto desde el edificio Focsa |
Así fue como todo el litoral occidental de lo que es hoy la ciudad de La Habana, desde el torreón de San Lázaro hasta la boca de La Chorrera, se ganó el nombre popular de “vedado”.
Lo que ahora es un
conglomerado de modernos edificios, anchas avenidas y luces deslumbrantes no
fue antes más que un erial sembrado de manigua impenetrable y afiladas rocas
conocidas como diente de perro.
Quizás algunas personas
piensen que el aristocrático nombre, sinónimo de prohibido, pueda venirle al
barrio porque quienes residían en él eran gente acomodada, y en ese caso vedado
podría interpretarse como exclusivo, pero no es así.
Resulta que, en el mes
de julio del año 1555, el corsario Jacques de Sores desembarcó con 200 secuaces
por las inmediaciones de la caleta de San Lázaro y atacó por tierra a La
Habana, dejando tras de sí una estela de horror y muerte.
Hotel Nacional de Cuba |
Y ese no sería el único
hecho que trajera el infortunio a los atribulados habitantes de la capital
cubana, pues otros piratas obraron con igual estrategia, y como contramedida el
Cabildo habanero dictó un bando que prohibía todo tipo de asentamiento, pastoreo
y construcción de caminos o veredas que facilitaran el desplazamiento de los
feroces saqueadores.
Según el historiador Dr.
Emilio Roig de Leuchsenring, la creación de El Vedado como barrio residencial
comenzó casi tres siglos después, cuando en 1858, se aprobó la parcelación de
la estancia El Carmelo, propiedad de Domingo Trigo y Juan Espino, con un total
de 105 manzanas, pero adquirió mayor auge cuando don José Frías, conde de Pozos
Dulces y sus dos hermanas, consiguieron permiso de parcelación de su finca,
nombrada precisamente El Vedado, que se extendía desde lo que es hoy la calle
Paseo hasta la Batería de La Reina, ubicada en el lugar en que ahora se asienta
el Hotel Nacional de Cuba.
El 1870 apenas había 20
casas, mayormente ubicadas a lo largo de la calle Línea, llamada así porque por
allí pasaba el ferrocarril que unía esta pequeña parcelación con el centro de
la ciudad.
Edificio Focsa |
Transversalmente a Línea
se dispusieron dos anchas avenidas que hoy son Paseo y la calle G (Avenida de
los Presidentes), debidas al trazado del ingeniero Don Luis Yboleón Bosque. Fue
en este barrio en que, por primera vez se trazaron manzanas con lados de 100
metros y se usó inteligentemente, la distribución de números y letras para
distinguir las calles.
Con el fin del coloniaje
español y la instauración de la república, El Vedado creció de manera inusitada
por el asentamiento de jefes mambises que emplearon su paga para construirse
una vivienda decorosa, y poco a poco fueron llegando también los nuevos ricos
que fomentaron sus fortunas a partir de los negocios con el Gobierno y las
relaciones con el nuevo y poderoso socio comercial que representaba los Estados
Unidos.
Ya en 1903, El Vedado
contaba con mil 162 viviendas y unos diez mil habitantes, según un censo
realizado por los interventores yanquis.
Un tiempo más tarde, las
parcelaciones del conde de Pozos Dulces, El Carmelo y el reparto Medina,
limítrofe con lo que es hoy Centro Habana, fueron unificándose bajo el nombre
genérico de El Vedado. Y así siguió su desarrollo hasta convertirse en lo que conocemos
hoy, una zona residencial, cultural y comercial en la que se ubican los tres
edificios más elevados del país, el Focsa, el hotel Habana Libre y el más
reciente hotel, aun en construcción frente a la popular heladería Coppélia.
Hotel Tryp Habana Libre |
Texto y fotos: Gilberto González García
Tomado de Radio
Enciclopedia
ELZ
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