Desde la inmortalidad... ¡ordene!

Como cuando el 25 de noviembre de 1956 partiera desde Tuxpan a bordo del yate Granma en pos de la libertad de Cuba, exactamente sesenta años después Fidel emprendió una travesía que no lo conduciría hacia Las Coloradas, sino a la inmortalidad.

Foto tomada del perfil en X de la Agencia Cubana de Noticias

 

Texto Rosa Pérez López 

No era una vida que concluía, sino un inspirador ejemplo a perpetuarse en cada obra creadora, en cada gesto solidario, en cada acto de justicia, en cada digna actitud asumida por nuestro pueblo en su empeño de ser siempre fiel al histórico legado y al sabio magisterio de su eterno Comandante en Jefe.

Por eso el nombre colosal y entrañable de Fidel  -semejante a un verbo que nos ha alentado al pensamiento visionario y a la acción previsora- no podrá jamás conjugarse en pasado, porque en cada instante de gloria, sacrificio, definición y entrega, continuamos siendo incondicionales legionarios de sus sueños, leales partidarios de su causa y firmes soldados de todas sus batallas.

Así lo hemos sentido más que siempre a nuestro lado en estos difíciles tiempos de desastres naturales y reforzamiento de la hostilidad imperial, para que cada día, en cualquier sitio y en toda circunstancia le sigamos diciendo como en la Sierra, como en Girón, como en la Crisis de Octubre, como en cada momento decisivo de la Revolución Cubana: Comandante en Jefe, desde la inmortalidad... ¡ordene!