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Con el fulgor de una estrella solitaria

Texto: Rosa Pérez López

En silencio tuvo que ser una vez más... y por eso los cubanos supimos un lustro después que cinco compatriotas nuestros habían sido encarcelados en las entrañas del monstruo el 12 de septiembre de 1998, por defender a su patria de las acciones terroristas que ponían en peligro la integridad de la nación y la supervivencia de la Revolución.

Desde entonces se nos hicieron cercanos y entrañables los nombres de Gerardo, Antonio, Ramón, René y Fernando, que desde las sombras de sus celdas irradiaban sobre la conciencia de nuestro pueblo un fulgor semejante al de una estrella solitaria. 

Y supimos de los prolongados y amañados procesos judiciales seguidos contra ellos; y conocimos los viriles alegatos con que argumentaron su inocencia incuestionable y demostraron su firmeza inquebrantable.

 "Llevaré el uniforme de recluso con el mismo honor y orgullo con que un soldado lleva sus más preciadas insignias", afirmó Ramón. 

 "En los años de presidio me acompañará siempre la dignidad que he aprendido de mi pueblo y de su historia", sostuvo Fernando. 

Y René no pidió clemencia para él, sino para sus compañeros acusados de crímenes que no habían cometido. 

Y citando precisamente a un patriota norteamericano, sentenció Gerardo: "Sólo lamento no tener más que una vida para entregarle a mi patria". 

Y Tony el poeta presagió en unos versos "Cantaré mis canciones al destino / y con mi voz haré temblar la muerte". 

Fidel había prometido ante Cuba y ante los hombres y mujeres de buena voluntad del mundo el regreso de esos cinco hombres, que al fin volvieron a reunirse en esta tierra como se funden las cinco puntas de una invicta estrella solitaria... igual a la que encima de sus pechos reconoce y simboliza por siempre y para siempre su condición de Héroes.

 YVL

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