Sus fecundas vidas, comenzadas en la reveladora coincidencia de un 14 de junio
Fotos de Ernesto Guevara y Antonio Maceo / Internet |
Hay hombres que aún cabalgan por el tiempo a lomos de la historia; otros marchan calzados de guerrilla, acompañando el continuo batallar. Hombres a quienes la gratitud de un pueblo les ha erigido monumentos al borde del mar habanero y en el centro de la Isla.
No soñaron con eso el arriero y el médico; el general mambí y el comandante rebelde. Ni siquiera pensaron en más retribución que el triunfo de sus ideas, ni aspiraron a otra gloria que la del luchador que sacia su vocación en la manigua o en la Sierra.
Y el tiempo y la marcha los encuentra retenidos en el bronce y en la piedra, con este presente tan desafiante y difícil oteándoles el gesto, la mirada y el ejemplo, para multiplicarse en el valor, la lealtad y la consagración de millones de cubanos que cada día reeditan, a puro sacrificio y heroísmo, proezas comparables a las de Mal Tiempo o Santa Clara.
Hay hombres de machete y de fusil en mano, a quienes la gratitud de un pueblo ha erigido monumentos. Pero el monumento mayor lo edificaron ellos mismos con sus fecundas y radiosas vidas, comenzadas en la reveladora coincidencia de un 14 de junio.
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