Fotorreportaje: Ricardo R. GĂłmez RodrĂguez
Irrumpieron al caer la tarde por calles aledañas a la Colina Universitaria. Iban en su mayorĂa con pulĂłveres blancos, como blanca es la moral que inspira. En la mano, bien en alto, las antorchas.
Aquellas que los fundadores de la marcha hace 75 años, revistieron de puntillas ante la amenaza de los esbirros de querer disolver la manifestación, pero que hoy, alumbran el camino, junto al pueblo.
Los niños, tuvieron su momento matinal en la Plaza de la Revolución, pero quisieron acompañar a sus padres y hermanos. Cada 27 y 28 de enero devienen distintivos de continuidad.
A la hora que recibieron la orden, encendieron las llamas. Las cĂ©ntricas calles de San LĂĄzaro e Infanta, en el Vedado capitalino, se iluminaron con la luz de la Marcha de las Antorchas, la cual llevaba en la primera trinchera a RaĂșl, Ramiro, Guillermo, Machado… a los jĂłvenes eternos de la historia, junto a DĂaz Canel, Lazo y los lĂderes de las nuevas generaciones.
Las antorchas dieron luz a la noche de antesala del aniversario 171 del natalicio del ApĂłstol, y quiso una pertinaz lluvia sorprender el momento, pero solo cayeron muy pocas gotas, que algunos interpretamos como el bautizo que llegĂł de las almas de los caĂdos en una contienda iniciada por aquellos como MartĂ, que siguieron los hombres de Fidel, y hoy continĂșa.
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