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José Martí y la Patria



Texto:-Rosa Pérez López

En José Martí la noción de Patria alcanzó el sentido más sublime, porque Cuba no fue para el Apóstol el pedestal donde empinara sus sueños de hombre libre y puro, sino el altar al que se ofrendara en alma y cuerpo en nombre de esos mismos sueños.

Unos pocos años de su vida los pasó José Julián en tierra cubana, pero la patria le pesaba en el alma como un desgarramiento; como esas angustias de las que sólo es posible librarse con el gesto justiciero y emancipador de los que fundan y aman. Y amando y fundando emprendió Martí su obligado peregrinaje por el mundo: amando por sobre todas las cosas la tierra que lo vio nacer y que a la vez le nació en el fondo del pecho atribulado, y fundando a libertad de Cuba sin darse espacio ni tiempo para nada más.

Es admirable el hombre que depone sus intereses personales en aras de su pueblo. Es venerable quien tiene como interés supremo el servicio desinteresado y generoso a su país. En esa entrega se sustentó la esencia del ser martiano, desde la adolescente rebeldía que lo condujo al trabajo forzado en las canteras de San Lázaro, hasta su gloriosa y definitiva entrega en el cruce de Dos Ríos.

La patria jamás le dio sosiego a su pensamiento y a su acción. Lejos del ridículo amor patrio de quienes no sienten vocación por el sacrificio que salva y edifica, en Martí hubo el compromiso de por vida -y más allá de la vida- con la suerte de Cuba, con t; el odio invencible a quien la oprime;, con ;el rencor eterno a quien la ataca;. En su consecuencia con ese compromiso se expresa el sublime patriotismo martiano. Un acendrado patriotismo que aún nos alienta, nos inspira y nos alecciona en el invicto tránsito de Cuba por la historia.

nyr

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