Texto: Rosa Pérez López
Raúl Gómez García -el revolucionario, el poeta- abanderó con sus versos a la generación que en
desagravio a la ultrajada memoria del Apóstol, estaba en los umbrales del combate redentor
reclamado por un himno. Pero el poeta, el revolucionario, hizo su poesía suprema al ofrendar su
juventud de veinticuatro años el 26 de julio de 1953.
Había nacido un 14 de diciembre el joven de mirada sublime y fervorosos sueños; el estudiante de
Derecho, el maestro, el innato periodista que temprana y valientemente denunciara los desmanes
del régimen de oprobio padecido por su patria, y que una madrugada convirtió en poesía el coraje
de los que se disponían a tomar por asalto el porvenir.
Tenía que ser entonces la fecha del nacimiento de un poeta comprometido con la suerte de la
estrella y la palma, la que Cuba consagrara a los trabajadores que hacen cultura cada día detrás
de los micrófonos, delante de las cámaras, pulsando una guitarra, empuñando un pincel,
desafiando la gravedad en un trapecio, haciendo visible la música en su danza.
Hombres y mujeres que defienden con su labor nuestro acervo cultural, que es la manera mejor
de preservar la identidad e integridad de esta nación, para ser consecuentes con el martiano
magisterio: "Ser cultos es el único modo de ser libres."
Por esa libertad conquistada a filo de machete y a disparos de fusil; por esa libertad amenazada
por quienes pretenden imponernos valores culturales que nos son ajenos; por esa libertad que se
erige en lienzos, partituras, voces y cuartillas, los Trabajadores de la Cultura siempre estamos y
estaremos en combate.
nyr
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