El cubano Julio César La Cruz incrementó el alcance de su leyenda con la conquista de la faja internacional de oro de la división supercrucero de la Asociación Mundial de Boxeo.
La noticia se originó en Conakry, capital de Guinea, donde el bicampeón olímpico superó por decisión unánime en 10 asaltos al nigeriano Austine Nnamdi para celebrar su tercer triunfo consecutivo en circuitos profesionales.
La Cruz no creyó en un rival que mostraba saldo de siete triunfos (6 KO) y cuatro reveses en duelos de ese tipo. Acuñó la segunda y más importante corona profesional de Domadores de Cuba, meses después de que Lázaro Álvarez lograra la de la Federación Centroamericana y del Caribe de Boxeo.
El también cinco veces monarca del orbe dosificó a la perfección el trabajo para dominar todas las rondas. Acrecentó su autoridad en la segunda mitad de una porfía en que dio muestras de maestría defensiva, fundamentalmente apoyado en movimientos del torso. Pegó con precisión, aunque los intercambios no fueron sostenidos.
Como demostración de su forma física, el hijo ilustre de Camagüey nunca apeló a la banqueta en los minutos intermedios y se dio el lujo de guardarse para los rounds finales desplazamientos de piernas que no desplegó antes, consciente de las exigencias asociadas a la extensión del encuentro.
odh/Jit
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