Texto: Rosa Pérez López
Dijo Fayad Jamís en unos versos que, de no existir La Habana,
hubiéramos tenido que inventarla. Y de cualquier modo la habríamos
dotado de su bahía fecundada de salitre y amores; de sus ronquidos
de motores despertando esperanzas en cada amanecer; de su
techumbre de gorriones organizando el sonido de los atardeceres; de
su puntual voz de las nueve estremeciendo las noches desde una
fortaleza.
Este dieciséis de noviembre llega La Habana a sus quinientos cuatro
años de fundada reconstruyendo sus anhelos y su suerte,
reinventándose a sí misma día tras día gracias a la tenacidad y la
entrega de sus mejores hijos... ya lo sean por nacimiento o adopción.
Pequeña ciudad que se engrandece en estos tiempos desafiantes,
cuando lo seguimos dando todo por una capital que a todos los
cubanos pertenece. Esta Ciudad Maravilla que, de haber tenido que
inventarla, la hubiéramos hecho tal cual es, con su sincrética
convivencia de consignas y plegarias, de conciertos y bembés; con su
afán de no traicionar jamás su historia, ni renunciar a sus tradiciones y
alegrías.
Entrañable ciudad que hoy recibe su nuevo cumpleaños encarando
con renovados compromisos su compleja realidad y acariciando sus
más hermosos sueños, que convergen en el lugar exacto donde es
posible hacer cierta la utopía de un mejor porvenir: el enamorado
corazón de sus más fieles hijos, que siempre lo daremos todo por La
Habana.
nyr
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