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Compay Segundo, raíz y herencia

 

Compay Segundo, su recuerdo imperecedero permanece entre nosotros con la lozanía que solo alcanzan los artistas de su estirpe. Foto: Juvenal Balán


Parece que fue ayer, pero ya hace 20 años de la partida física de Francisco Repilado, más conocido como Compay Segundo; y su recuerdo imperecedero permanece entre nosotros con la lozanía que solo alcanzan los artistas de su estirpe.
 
Dueño de una subyugante personalidad, caracterizada por la naturalidad propia de su origen campesino, Compay nos dejó en herencia todo un precepto artístico que le otorga esa valía que lo distingue como un ser humano querido y admirado por todos.
 
Quizá lo primero que debamos señalar al respecto es su proverbial sencillez, la que crecía cada vez más en la medida en que fuera mayor su fama. Precisamente, por el apego al hecho de asumir la vida sin mayores complicaciones existenciales, es que se comprende el origen de las raíces de esa música sazonada por su profundo amor a Cuba, la de sus canciones trovadorescas que, como Macusa, Sabroso y el clásico Chan Chan, fascinaban a multitudes por el donaire y la cuerda picaresca que las caracterizaban.
 
Con la obra de Compay Segundo se ratifica que, mientras más nos expresemos con las esencias inherentes a la cultura de nuestra nación, mayor será el reconocimiento de esa música a nivel internacional. No por gusto en el terreno de la música existe un axioma en el que se reconoce que las fuentes principales de la música popular en el mundo proceden de países como Estados Unidos, Brasil y Cuba.
 
Entonces, hace más de un siglo, el suceso mediático de Compay Segundo nos conduce a una serie de valoraciones inobjetables. Si nos atenemos a las consideraciones de una autoridad en el contexto de la música norteamericana contemporánea, como Ry Cooder, productor del consagrado disco Buenavista Social Club, con figuras legendarias como Omara Portuondo, Ibrahim Ferrer y el propio Compay Segundo, entre otros, se debe al impacto que causó en Cooder la música de estas personalidades, las cuales, hasta entonces, les eran absolutamente desconocidas.
 
Resulta que otra vez, a los habitantes de la Isla, en este caso a talentosos músicos, los vienen a descubrir para el mundo. Dadas las duras condiciones del bloqueo impuesto por el Gobierno de Estados Unidos, la expansión universal de la música cubana, salvo contadas excepciones, ha sido afectada sensiblemente.
 
¿Es que resulta falso que desde 1959 hasta la fecha, la música hecha en nuestro país pareciera como que no existe para los grandes medios y los principales circuitos de conciertos, o más bien es que ha sufrido los más disímiles intentos de ser borrada del mapa a nivel global?
 
No podemos olvidar aquella pretensión fallida de hacer pegar un cliché con la frase de que «el son se fue de Cuba», o que el término de música salsa fue inventado en Nueva York para poder tocar la música cubana sin tener que identificarla como corresponde con nuestro criollísimo son, como tampoco que el disco Llegó… Van Van, ganador de un Premio Grammy en 1999, fue engavetado por los productores estadounidenses, y nunca ha salido al mercado en esa nación norteña.
 
Una cosa impensable es no mostrarnos orgullosos del exitoso desempeño de los artistas participantes en el Buenavista Social Club, fonograma por el que accede a la fama nuestro inolvidable Compay Segundo, y otra es no dejar bien claro que, si la comunidad internacional se quedó gratamente impresionada por la expectativa despertada con este proyecto musical de Ry Cooder, sepan que el día que se levante el bloqueo, la sorpresa será infinita, porque toda la buena música cubana, para alegría y regocijo de muchos, arrasará hasta el más recóndito confín del planeta.
 
 
amss/Tomado de Granma

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