Foto: Tomada de Internet.
¿Eres mamá primeriza y a tiempo completo? Si es tu caso, o el de tu prima, hija, o hermana sabrás que la maternidad nadie te la puede contar y explicar tal y como es hasta que uno mismo la experimenta. Es un mar de emociones increíbles que va desde la alegría hasta el desespero, pero, sobre todo, conlleva un esfuerzo, dedicación y cariño tan puro para ese bebé, que en este mundo merece ser feliz, respetado y amado.
De maternidad tenemos para hablar rato. Cuentos para reír y otros para llorar. Mi caso, madre primeriza con 30 años de edad, casada y con un bebé de 10 meses de vida. Los experiencias sobran y hay mucho para narrar, pero la historia comienza desde antes, cuando el test felizmente dio positivo, y hasta para otros fue motivo de preocupación porque cuando de esas pruebas se habla lo primero que viene a la mente es la covid-19.
En Cuba el embarazo es sumamente celado y controlado por el programa del médico y la enfermera de la familia. Si antes los conocías casi que, de pasada, en pura gestación los llegas a conocer de adentro, también a todos los especialistas del policlínico que de una forma u otra te atenderán en dependencia de las consultas y las pruebas a realizar para chequear el estado de la gestante y el feto.
Es que incluso, si en el momento del embarazo no resides en la dirección plasmada en tu carné de identidad, los médicos de tu área de residencia tienen el deber y compromiso de atenderte, porque las embarazadas aquí son prioridad. Así me ocurrió a mí, empecé a atenderme por el policlínico 1ro de enero en Playa y después me hicieron el traslado de mi historia clínica de embarazada para la nueva área en el policlínico Mártires del Corynthia en Plaza de la Revolución.
Por allá por los meses de febrero, marzo y abril de 2022 todo era motivo de curiosidad. Un hijo en camino, la responsabilidad de cómo ser padre, si lo haré bien, el no saber sobre cuidados, los gastos, la canastilla y, por otro lado, los males de las hormonas en pura ebullición que terminaban en los sentidos del olfato y el gusto alterados. Yo por ejemplo no podía tener cerca ni el queso, ni el chorizo, el vinagre, ni el olor de la cocina cuando se estaba cocinando.
Por suerte nunca llegué al emesis, pero confieso que los mareos después de las comidas me hacían pasar un mal rato. Esos malestares fueron pasando y hasta mutando con el paso de las semanas. La barriga aun pequeña ya empezaba a notarse y uno como que se iba tomando más en serio y real el embarazo. Tuvimos el privilegio de saber desde la semana 12 el sexo, aquello fue sorprendente porque nunca imaginamos saberlo con tan poco tiempo.
Entonces ya era hora de pensar más definido en nombre, y los colores de todo, dígase ropa, zapatos, coche, sábanas de la cuna para el bebé. Empiezas a imaginar cómo quedarán fusionados los rasgos y características físicas de la madre y el padre en el rompecabezas de ese cuerpecito en formación. Si heredará la forma de las orejas del abuelo, los ojos de la tía. Una emoción que te hace imaginar y disfrutar de tu bebé estando ahí dentro.
Pero a la semana 18, justo cuando tocó otro ultrasonido importante, donde se visualizan las cuatro cámaras cardiacas y a través de una ecografía Doppler se aprecia el recorrido de todos los vasos sanguíneos del cuerpo del bebé, fui diagnosticada con un trastorno que se produce en el embarazo cuando la placenta cubre la abertura del cuello del útero total o parcialmente, mi caso, placenta oclusiva marginal, un riesgo que muchos subestiman
nyr/Cubasì
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