José María Heredia y Heredia, nació en 1803 y murió
en 1839. Se destacó como el primer poeta romántico de Latinoamérica. Era cubano,
santiaguero, y además de poeta, periodista, dramaturgo y traductor. Se conoce con
el sobrenombre de El Cantor del Niágara. Algunos versos para recordarlo: Dadme
mi lira, dádmela, que siento en
mi alma estremecida y agitada arder
la inspiración. ¡Oh! ¡Cuánto tiempo en
tinieblas pasó, sin que mi frente brillase
con su luz!... Niágara undoso, sola
tu faz sublime ya podría tornarme
el don divino, que ensañada me
robó del dolor la mano impía. Torrente
prodigioso, calma, acalla tu
trueno aterrador; disipa un tanto las
tinieblas que en torno te circundan, y
déjame mirar tu faz serena… Como muchos en su tiempo, fue iniciado en las primeras
letras en la casa y por su padre. Siempre me sorprendió saber que a los 8 años tradujera
a Horacio, el escritor latino. Su padre era un gran latinista, distinguido magistrado
que un día —con la familia y por cuestiones de trabajo— se radicó en Caracas. Hasta ese momento, Heredia, de niño, estuvo seis
meses en La Habana, dos años en Santo Domingo y después reunido con la familia en
el país hermano de Venezuela. Allí Heredia, estudió Gramática Latina, y tenemos
noticias de sus primeras creaciones poéticas. En 1817 regresa a nuestra capital,
estudia Leyes en la Universidad de La Habana. Viaja a México, vuelve a regresar
a la Isla, allá por 1821, se gradúa, publica trabajos, estrena tragedias, y se destaca
también entre otras cosas como traductor. De regreso a Matanzas fue denunciado por conspirar
contra la dominación española como miembro de una rama de la orden Soles y Rayos
de Bolívar y se dicta contra él un auto de prisión
un 5 de noviembre de 1823. Viaja huyendo a los Estados Unidos, específicamente
a Nueva York. Del Himno del Desterrado son estos versos: Sólo el alma del alma es el centro: ¿Qué es el oro sin gloria ni paz? Aunque errante y poscrito me miro, y me oprime el destino severo; por el cetro del déspota ibero no quisiera mi suerte trocar. ¡Dulce Cuba!, en su seno se miran en el grado más alto y profundo, las bellezas del físico mundo, los horrores del mundo moral. Ya conocía México en un primer viaje y ahora lo vuelve
a conocer en 1925, y se destaca como funcionario del Gobierno de Guadalupe Victoria,
quien lo invita a visitar el país. Una intensa labor intelectual y política desempeñó
en el México hermano, como poeta, traductor, periodista, miembro de la Legislatura
del Estado, orador, Catedrático, Ministro, entre otras acciones. Es «En el Teocalli de Cholula» —como dice el poeta
y crítico Virgilio López Lemus— un poema paisajista, con voluntad de canto americano. ¡Cuánto es bella la tierra que habitaban los aztecas valientes! en su seno en una estrecha zona concentrados, con asombro se ven todos los climas que hay desde el Polo al Ecuador. Sus llanos cubren a par de las doradas mieses las cañas deliciosas. El naranjo la piña y el plátano sonante …. Nieve eternal corona las cabezas de Iztaccihual purísimo. Orizaba yPopocatepetlsin que el invierno toquejamáscon destructiva mano los campos fertilísimos do ledo Acumula Heredia, una fecunda obra que lo identifica.
Más de quince textos avalan su quehacer literario. Desalentado y enfermo, y viendo a su madre a distancia,
le escribe a Vives, el Capitán General en la Isla, y con su permiso regresa a La
Habana. Después, vuelve a México, alejado de todos, y ahí muere, enfermo, a la edad
de 36 años. José Martí escribió: Y hasta en la desaparición de sus restos, que no
se pueden hallar, simbolizase la desaparición posible, y futura de su patria, entonces
¡Oh Niágara inmortal! Falta una estrofa, todavía útil, a tus soberbios versos. ¡Pídele!
¡Oh Niágara! Al que da y quita, que sean libres y justos todos los pueblos de la
tierra, que no emplee pueblo alguno el poder obtenido por la libertad, en arrebatarla
a los que se han mostrado dignos de ella, que si un pueblo osa poner la mano sobre
otro, no lo ayuden al robo, sin que te salgas ¡Oh Niágara! de los bordes, los hermanos
del pueblo desamparado! Sabía usted amigo lector, que un tiempo más tarde,
en 1842, nace en Cuba, otro cubano, santiaguero, primo del anterior, de igual nombre
pero de madre francesa, llamado José María Heredia y Ginard. Siendo muy niño, el
cantor fue enviado a estudiar a Francia. A los 17 años vuelve a Cuba. Trata de perfeccionar
su español. La tierra natal, con su exuberancia y belleza inspira al poeta, que
escribe en francés sus primeros versos. Su soneto a la Fuente de la India es fiel
exponente de estos juveniles años del poeta, un Soneto que finaliza con un grito
de amor: Cuba, o mon pays, sous
tes palmiers si beaux Qu’il
est doux d’ecouter la voix de tes ruisseaux, Les
murmures d’amour de tes nuits lumineuses (Cuba,
¡oh mi país! ¡Cuán dulce en los palmares oír
de tus arroyos la voz, con el murmullo de
paz y amor que exhalan tus noches luminosas!) En Francia, se destacó como brillante traductor y
colaborador en diversas publicaciones. Dio a conocer algunos de sus poemas en revistas parisienses. Junto a C Mendés funda Heredia Ginard, el periódico
Le
Parnasee, del cual salieron alrededor de 18 volúmenes. Colaboraron en
el mismo importantes escritores y en esa publicación, el santiaguero presentó sus
magistrales sonetos. Llevó el escritor al francés «La verdadera historia
de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo» y «La Historia de
la Monja Alférez», que son las Memorias de Catalina de Erauso. Llevar al francés,
del español antiguo, unos textos, fue realmente una gran hazaña. Por cierto, es importante que se recuerde que «La
Monja Alférez», la famosa Catalina de Erauso y Pérez de Galarraga, nacida a finales
del 1500, fue una militar, monja y escritora española, uno de los personajes más
legendarios y controvertidos del Siglo de Oro español. El personaje
de la Monja Alférez fue, y sigue siendo en la actualidad, una fuente de inspiración
para escritores, dramaturgos, directores de cine y artistas visuales. En contraste con el Heredia anterior, este escritor
cubano-francés no tenía una obra poética muy profusa pero era muy talentoso. Su
temática favorita era la historia, la naturaleza y los sueños. Aquí una traducción al español de uno de sus excelentes
Sonetos: Los conquistadores Como halcones que
escapan de sus antros natales, fatigados de empresas
altivas y mezquinas, partieron desde
Palos las gentes colombinas embriagadas de
sueños épicos y brutales. Iban a conquistar
los preciosos metales que el remoto Cipango
maduraba en sus minas, más llevaban sus
velas las ráfagas marinas hacia los misteriosos
mundos occidentales. Cada tarde, esperando
futuros heroísmos, fosforecentes mares
del Trópico, abrasados, encantaban sus
sueños con claros espejismos. O, absortos en
la proa de las embarcaciones, miraban ascender
a cielos ignorados del fondo del océano
nuevas constelaciones. Amigo de Laconte de Lisle, y de otros famosos franceses,
llegó a la Academia, y escribió su poemario Les Trophées (Los trofeos).
Siempre fiel a la doctrina parnasiana, demoró casi treinta años en pulir sus sonetos. La escuela del Parnaso pretendía la perfección de
la forma, el gusto apasionado por la calma, la serenidad, como base fundamental
de la poética. Muy valorado por la crítica de su época y por la
riqueza de su vocabulario, su librole valió
el ingreso en la Academia Francesa de la Lengua. Dicen que fue aplaudido con mucho
entusiasmo cuando Francois Copée hizo un Discurso para recibirlo. Fundó, entre otras actividades, junto a Prudhomme,
la Sociedad de Poetas Franceses. Este poeta, con sus textos y sus traducciones, contribuyó
a difundir a la Francia de aquellos tiempos, la historia del S.XVI de nuestros pueblos
de América. Conocía el latín, el francés, el inglés y el español. En el Centenario de José María Heredia y Heredia
por invitación de Don Emilio Bacardí, le dedicó al primo tres sonetos en castellano. Aquí uno de ellos: Desde
la Francia, madre bendecida de
la sublime Libertad, que bella sobre
los mundos de Colón destella en
onda ardiente de pujante vida, a
ti, guerrero de coraza unida por
la virtud, que el combatir no mella; a
ti, creador de la radiante Estrella de
la Isla ardiente por el mar mecida; a
ti, de Cuba campeón glorioso que
no pudiste ver tu venturoso sueño
de amor y de esperanza cierto, con
grave estruendo en mi cantar saludo, de
pie, tocando tu vibrante escudo, que
es inmortal, porque tu voz no ha muerto. Nació el cubano-francés aproximadamente, 11 años
antes de nuestro José Martí. y murió en Francia, en 1905, a los 62 años en el Castillo
de Bourdonné (cerca del (Houdan), Francia. Sus
restos fueron depositados en ese mismo lugar. Juanita Conejero amss/Tomado de Cubarte
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