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Intervención de Israel Rojas en el Consejo Nacional de la Uneac

 

Foto: Enzo GB

“Me parece increíble que no seamos capaces de articular una política para recuperar la soberanía nacional sobre los consumos musicales en nuestro país. Me parece increíble que sigamos malgastando recursos; horas de reuniones; debates estériles en culparnos los unos a los otros entre entidades, organismos, ministerios, institutos… teniendo el problema justo frente a nuestros ojos.
 
A veces yo creo que los mismos que tienen poder de decisión son sordos. Porque van a una reunión; se rasgan las vestiduras y, aceptando qué hay que hacer más por los músicos, mejorar la programación artística, hacer cumplir la (muchas veces abstracta) política cultural, en comisiones Cultura-Turismo, Cultura-Ministerio de trasporte, Cultura-Minagri, Cultura-Minfar y Minint y Minrex …; y al terminar la reunión se montan en los carros y el chofer les “pone”, llegan a su oficina y la secretaria está escuchando, llegan a casa y sus hijos están bailando las mismas canciones que la industria cultural decidió que serían la vida cultural de la gente aquí y ahora.
 
Y ni el chofer tiene la culpa, ni la secretaria, ni los hijos. Y si ellos no tienen la culpa y el decisor tampoco... pues que lo resuelva Dios. Y mientras Dios lo resuelve… ayer la maestra María Felicia se quejaba de que esa maravilla que es el coro Exaudi ha tenido que cantar para cuatro personas en el público, lo cual es una desgracia y una derrota cultural de la más alta gravedad.
 
No me engaño. No será fácil dar esa batalla con nuestros recursos frente a la maquinaría cultural industrial globalizada, con nuestra estrategia y nuestros recursos digitales, con nuestras disposiciones jurídicas y el ordenamiento de una plataforma única de jerarquización, con nuestro propio hegemón. ¡Si, será muy difícil!
 
Pero resulta que no hay hegemón cubano, ni existe plataforma única de jerarquización de todos los géneros musicales. No existe ordenamiento, ni reglamento, ni instrumento jurídico alguno que regule la circulación de la música, en el ya obvio e innegable mercado de la música cubana. Y además, es falso que tenemos pocos recursos.
 
Tenemos un sistema de radio y televisión aún en poder de la Revolución; tenemos recursos de difusión locales, llámense los audios particulares, las Casas de la Música, las Empresas, la Uneac y la AHS.
 
¿Que nos falta? Una plataforma digital vigorosa que se articule con todo lo demás. Ayer, el compañero viceministro Jacomino decía (en la comisión de música) lo que cuesta arreglar un teatro. Les pido por piedad. Cuando haya recursos, inviértanlo en esa plataforma digital cubana, vigorosa; y así recuperar la soberanía nacional en los consumos de la música en Cuba.
 
Es más importante que se cree un público para escuchar la Jazz Band del maestro Joaquin Betancourt, que arreglar el teatro que después se quedará casi vacío, cuando esa agrupación toque.
 
El día que una agrupación de provincia, que ha grabado en un estudio de esa propia provincia logre alcance nacional; el día que un reguetonero de Baracoa, un trovador de las Tunas o un repentista de San Cristóbal, se pegue en este país gracias a la estructura hegemónica cultural cubana, habremos ganado una batalla épica.
 
Hoy esa batalla está siendo ganada desde Miami; y créanme, sigamos comiendo cáscara de piña mientras seguimos graduando músicos que no tendrán público que los escuchen; y como una lima sorda, los algoritmos metieron en el teléfono de cada cual qué cosa es lo que tiene “swing” y quién debe ser ignorado y hasta odiado.
 
¿Acaso no ven que eso es justo parte de la guerra de cuarta generación? ¿Acaso no nos damos cuenta de lo grave del asunto? Esto ya no es una alerta. Porque una alerta se hace para prevenir. Esto es casi ya una denuncia. Una denuncia a los decisores por su inacción. Por su lentitud. Por no entender que todos estos procesos son como la siembra de frutales: llevan tiempo y fe, hasta ver el primer fruto.
 
Cada día que pasa es peor. Los valores que se ponen de moda son los peores, los maestros de los niños normalizan lo que no es más nutritivo para nuestros hijos, los artistas que tratan de hacer algo distinto pierden la fe. Y la economía busca lo que vende. Y lo que vende no engaña por dónde andan los gustos de los demás. Y la creación artística encuentra estímulo más afuera que adentro. Y la Revolución deja de tener sentido, justo donde podría ser más fuerte. Porque los medios de difusión son de aquí. Los músicos son de aquí. Los que ponen la música en los hoteles, las plazas públicas, los escenarios sonoros de los cubanos… todos estamos aquí. ¿Qué falta? Las tres C: Cabeza, Cohesión y Coraje. Intentémoslo.”
 
Gracias, Israel Rojas, por ser nuestra voz.
 
amss/Tomado del perfil de Facebook de El Necio

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