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Red Nacional de Jardines Botánicos, una fortaleza de la flora cubana

 

Pabellón de exposición en el Jardín Botánico Nacional de Cuba. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

La flora del archipiélago cubano reúne entre 7 000 y 7 500 especies. Expertos sitúan al país entre los territorios insulares del mundo más ricos en plantas y en número de especies por kilómetro cuadrado.

Pero, además, alrededor del 53% de la flora de Cuba es endémica, lo que la coloca entre las 10 islas con mayor índice de endemismo en el planeta.

Ese nivel de exclusividad de la flora cubana, su singularidad y el hecho de que los ecosistemas insulares son más vulnerables, con altos porcentajes de especies amenazadas, acrecientan la necesidad y el valor de estrategias, proyectos y acciones de estudio y conservación de la flora, complementadas con la educación ambiental.

En ese empeño –que reúne a la Agencia de Medio Ambiente y otras unidades del Citma y distintos organismos, el grupo Flora y Fauna, el Cuerpo de Guardabosques, universidades, centros de investigación, organizaciones de la sociedad civil y activistas–, tienen un papel importante el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, que abarca alrededor del 20% de la superficie terrestre del país, y la Red Nacional de Jardines Botánicos, coordinada por el Jardín Botánico Nacional (JBN) e integrada por otras 12 instituciones afines.

Los jardines botánicos tienen un amplio abanico de funciones y valores, que van desde la conservación ex situ, los estudios fitogeográficos y taxonómicos, la categorización y las listas rojas, la docencia y todo lo relacionado con la botánica y la ecología, hasta la recreación sana y la educación ambiental de las personas a través de su experiencia vivencial en un entorno natural conservado.

Son, además, valiosos bancos genéticos, efectivos pulmones verdes de las ciudades y sitios que garantizan el hábitat de numerosas especies animales. Su importancia a nivel global se multiplica en medio de la actual crisis climática y medioambiental.

Una parte del herbario del Jardín Botánico Nacional, con unos 120 000 ejemplares de plantas herborizadas, prensadas, organizadas por familias, de la flora cubana. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

Una de las miles de muestras que se conservan en el herbario del Jardín Botánico Nacional. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

Son centros de investigación, docencia de Botánica y conservación de la flora, mayormente cubana, pero también de regiones tropicales del planeta; ofrecen atractivas opciones de recreación y ocupación del tiempo libre (algo apreciable en sus páginas en redes sociales como Facebook); mantienen y desarrollan importantes herbarios, desarrollan expediciones de recolección y estudio (taxonomía, búsqueda de nuevas especies, evaluación o categorización…), generan publicaciones científicas y asesoran a otras entidades en temas como planes de manejo de áreas naturales.

Especialistas de los jardines botánicos contribuyen a la elaboración de Flora de la República de Cuba, monumental obra de trabajo taxonómico que en 2021 llegó a su fascículo 26, liderada por el JBN.

Más de 40 expertos de los botánicos y otras instituciones conforman el Grupo de Especialistas de Plantas Cubanas (GEPC), adscripto a la Comisión de Supervivencia de las Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que elabora la Lista Roja de la Flora de Cuba (ediciones en 2005 y 2016), una especie de barómetro del estado del patrimonio florístico nacional, que, según la edición de 2016, ha llegado a categorizar 4 627 taxones (incluidos 2 417 endémicos), más del 66% de los 6 950 taxones nativos registrados en el archipiélago.

Durante las recientes celebraciones por el aniversario 55 del JBNCubadebate conversó con los directores de tres jardines botánicos del país, que ofrecieron detalles sobre el trabajo de investigación, conservación y educación ambiental, y sus intercambios como parte de la Red Nacional.

Red Nacional de Jardines Botánicos de Cuba

  • Jardín Botánico de Pinar del Río, Citma
  • Jardín Orquideario de Soroa, Universidad de Artemisa
  • Jardín Botánico Nacional, Universidad de La Habana
  • Jardín Botánico de La Habana Quinta de los Molinos, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana
  • Jardín Botánico de Matanzas, Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos
  • Jardín Botánico de Cienfuegos, Citma
  • Jardín Botánico de Villa Clara, Universidad Central Marta Abreu de Las Villas
  • Jardín Botánico de Camagüey Julián Acuña, Citma
  • Jardín Botánico de Sancti Spíritus, Citma
  • Jardín Botánico de Las Tunas, Citma
  • Jardín Botánico de Holguín, Citma
  • Jardín de los Helechos, Citma (Santiago de Cuba)
  • Jardín Botánico de Cupaynicú, Citma (Granma)

Uno de los pabellones de exposición del Jardín Botánico Nacional. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

Jardín Botánico Nacional de Cuba: 55 años de trabajo por la ciencia, la conservación y la educación ambiental (+ Fotos)

Cienfuegos: Jardín longevo y semilla

Hay más de 200 especies de palmas en la colección del Jardín Botánico de Cienfuegos.

Fundado con el inicio del siglo XX a unos 15 km de la capital provincial, el Botánico de Cienfuegos abarca 94 hectáreas, incluidas 7 ha de un área conocida como “bosque natural”, que –explica su director, Leosveli Vasallo Rodríguez– no recibe manejo desde 1932. “Ha ido evolucionando naturalmente”.

Agrega que el resto del espacio corresponde a las colecciones de plantas vivas, “con un diseño que no responde a clasificación fitogeográfica ni regional, por género ni grandes familias, sino a cómo fueron adaptándose las plantas cuando fueron llevadas al jardín. De manera que allí se ven las plantas como conviven de manera natural en los ecosistemas”.

“Imagino que eso está relacionado con los inicios del jardín… Harvard comenzó a ocuparse del Jardín en 1919”, le comento.

“Sí, tiene que ver con el inicio. El jardín comenzó en 1901 como una estación de investigación para la caña de azúcar, de hibridación de nuevas variedades y otras líneas. Inicialmente, eran 4 ha. Luego, como su fundador [el empresario estadounidense Edwin F. Atkins] tenía relaciones con Harvard, llegó el interés por incorporar nuevas plantas, además del interés del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

“Comenzaron a llegar al jardín [su nombre oficial era Harvard Botanical Station for Tropical Research and Sugar Cane Investigation] plantas de todo el trópico y el subtrópico del mundo, con el objetivo de estudiarlas, probarlas. Aquellas que lograban adaptarse, eran llevadas a Estados Unidos. Todas las plantas que hay allí tienen un uso económico, aunque algunas, claro, tienen varios usos a la vez. La que no es medicinal es forrajera –que fue una de las que primero comenzó a introducirse, además de la caña de azúcar–... Hay frutales, medicinales, aromáticas, forestales”.

Floración de Astrophytum ornatum en el Jardín Botánico de Cienfuegos, una unidad de ciencia, categorizada para la prestación de servicios científico-tecnológicos, adscripta a la Agencia de Medio Ambiente (AMA) del Citma. Foto: Tomada de @JBCienfuegos.

La Dra. Rosalina Berazaín Iturralde me contaba que cuando comenzó el desarrollo del Botánico Nacional, el JBC estuvo, junto a expediciones e intercambio de semillas con otras instituciones, entre las fuentes importantes de plantas.

–Sí, el Jardín Botánico de Cienfuegos es el más longevo en funciones que tiene Cuba. Estamos en el aniversario 122. De él emanaron otros jardines botánicos de Cuba y del Caribe. En Cuba, entre otros, el JBC contribuyó a la formación del Jardín Botánico Nacional, el de Granma; el más reciente que se está fomentando, que es el de Camagüey, ahí hemos tenido una contribución muy fuerte; el de Pinar del Río…

“O sea, ha contribuido en el desarrollo del resto de los jardines del país, tanto con personal técnico y en concepción, como en manejo, identificación, plantas, semillas y diferentes tipos de propágulos [parte de una planta capaz de originar vegetativamente otro individuo]”.

Es una de las ventajas que ofrece la Red Nacional…

–Sí. Allí también radicó desde 1936 la Casa Catalina, conocida como “casa del científico”, que ha jugado un papel muy importante sirviendo de base a científicos y expediciones para estudios que se han hecho, sobre todo en la región central del país.

“El JBC ha tenido un papel muy importante en la historia de la botánica en Cuba. Por él han pasado grandes botánicos que han contribuido al conocimiento y la historia de la flora cubana, además de ese gran proyecto nacional que es la Flora de la República de Cuba.

“Impartimos docencia también. Somos unidad docente de la Universidad de Cienfuegos y, sobre todo, tenemos las pasantías de estudiantes. La pandemia nos afectó en ese sentido, pero los estudiantes de Biología de la UH hacían pasantías en el JBC; también los de la Universidad de Las Villas, incluso algunos de instituciones extranjeras”.

El director del Botánico de Cienfuegos destaca que la Red Nacional es una fortaleza para el estudio de la flora cubana, incluso en cuestiones que van más allá del estudio de la flora. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

¿Qué otros aportes ofrece la Red Nacional de Jardines Botánicos?

–Es una fortaleza para el estudio de la flora cubana; incluso, en cuestiones que van más allá del estudio de la flora, como el estudio de las poblaciones de aves y otros animales asociados a estos ecosistemas.

“El JBC fue pionero en esa área, en la que ha seguido trabajando, en estudios de aves y de otros grupos zoológicos. Sirvió de base a Gilberto Silva Taboada para su obra, de referencia en el país, Los murciélagos de Cuba. Prácticamente, fue desde allí. Sentía especial cariño por nuestro jardín.

“También hemos trabajado en la identificación de aves presentes, su relación con las plantas del jardín… Hemos identificado unas 105 especies. Hoy, el jardín, además de ser conocido por sus colecciones y sus ejemplares de especies que son eminentemente exóticas (una de las características peculiares del botánico cienfueguero), es valorado por sus poblaciones de aves. Recibimos a muchos grupos que van a observarlas.

“Es muy importante que nos podamos reunir y colaborar. Hay cuestiones difíciles, sobre todo cuando hay limitaciones de tipo material. La red de jardines ha tenido un papel preponderante en la superación de esas limitaciones.

“Por ejemplo, se organiza una expedición para el centro del país y allí estamos nosotros aportando, está el jardín de Villa Clara; van especialistas de otros jardines y nos reunimos y contribuimos. Se apoya desde el punto de vista logístico y sale la expedición y se cumplen los objetivos. Así mismo sucede en el occidente y en el oriente”.

Se habla mucho de la colección de palmas del Botánico de Cienfuegos...

–Tenemos una colección de alrededor de 210 especies, la mayoría exóticas, de las más longevas que existen en Cuba. Tenemos palmas cubanas, documentadas, con más de 100 años, que ya estaban allí cuando comenzó el desarrollo del jardín. Tenemos nuestra famosa avenida de palmas, un paisaje icónico del JBC que se mantiene en perfectas condiciones y nos ha permitido decir, a partir de la documentación con que contamos, que la palma real (Roystonea regia) vive más de 100 años. Allí, de hecho, las tenemos. Es una de nuestras principales colecciones, con palmas del anillo tropical y subtropical del mundo.

“El jardín es eminentemente exótico. Hay 2 071 especies y solo 183 son endémicas cubanas. Es un reto y un trabajo que tenemos por delante: sin perder lo exótico, representar más plantas endémicas”.

Botánico de Holguín: Conservación, nuevas especies

El Jardín Botánico de Holguín tiene un área de intervención muy importante, la Sierra de Nipe, que es un centro de muy alto endemismo, destaca su directora, Raima Cantillo Ardévol. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

“Soy bióloga de formación; lamentablemente, no botánica. Me formé en las aves, pero el transcurso de la vida profesional me llevó a la biotecnología, con una maestría en Biotecnología Vegetal, y terminé en el botánico”, cuenta Raima Cantillo Ardévol, directora del Jardín Botánico de Holguín.

Perteneciente al Centro de Investigaciones y Servicios Ambientales de Holguín (Cisah), que se subordina a la AMA, del Citma, el Botánico de Holguín cubre 40.72 ha y alberga una colección de plantas vivas de más de 1 300 especies, agrupadas en 130 familias y con más de 28 000 individuos.

Cantillo Ardévol explica que “están organizadas en colecciones bajo techo y en áreas abiertas, que llamamos zonas botánicas. Están representados zona costera, bosque cubano, arboretum, palmetum, bambusetum, bosque exótico y otras formaciones que estamos desarrollando”.

Bambú y otras especies en el Jardín Botánico de Holguín. Foto: ACN.

El jardín holguinero, en la periferia de la capital provincial, km 5½ hacia el Valle de Mayabe, fue concebido por los doctores Johannes Bisse y Ángela Leiva.

“Es un remedo del JBN, a menor escala. Estaba previsto con zonas de Asia, África y otras regiones fitogeográficas. Para su construcción inicial, se buscaron plantas nativas, extraídas de la naturaleza. Hubo intercambios, pero, sobre todo, expediciones. Del JBN nos enviaron muchas especies. También hicieron donaciones otros jardines del país.

“Lamentablemente, algunas especies desaparecieron en el Periodo especial, pero otras se han ido recuperando; otras no tienen objetivo de ser, porque esas áreas ya no cumplen con las funciones para las que fueron concebidas, pues hubo una reducción importante en el área del jardín. Pero las plantas de la construcción inicial provenían de dondequiera que estuvieran en zonas naturales.

“Tenemos un pequeño herbario. Adondequiera que van, nuestros especialistas recolectan y cargan material vegetal. Las colectas están replicadas en el herbario del JBN. Cuenta con más de 3 000 números, hay especies tipos… Es una colección pequeña, pero importante”.

“El Jardín Botánico de Holguín está siendo desarrollado desde la década de 1980 y fue abierto al público el 28 de enero de 1995. Su diseño ha tratado de remedar el del Nacional. Originalmente, ocupaba unas 105 ha, pero luego se fue reduciendo hasta un área que pudiéramos manejar”, cuenta su directora.

Pabellón en el Jardín Botánico de Holguín. Foto: ACN.

¿Cómo interactúan con la Red Nacional de Jardines Botánicos?

–El Jardín Botánico de Holguín es parte de la Red Nacional desde sus inicios y acoge metodológicamente todos los lineamientos que esta establece para el funcionamiento de los jardines. Responde a la política de la red para la conservación de especies y especies en peligro crítico fuera de áreas protegidas, y en el desarrollo de colecciones, trabajo de educación ambiental, mantenimiento de las colecciones.

“También participamos en los intercambios como parte de la Red. Investigadores nuestros, especialistas que colaboran en proyectos, especímenes que donamos o recibimos.

“En cuanto a logística, cuando hay expediciones desde otros jardines del país hacia la parte oriental, apoyamos con investigadores que también hacen de guías, pues conocen mejor las áreas donde se quiere trabajar y las especies que se quiere localizar. El jardín apoya en lo que se necesite, en la gestión de permisos requeridos”.

¿Imparten docencia? ¿Cuáles son las líneas de investigación?

–No tenemos claustro de profesores como lo tiene, por ejemplo, el JBN. Sí hay convenios con las instituciones educativas de Holguín: el Instituto Pedagógico, la universidad… Nos visitan con sus profesores los estudiantes de Biología y Agronomía, reciben conferencias allí de nuestros investigadores, en áreas que tenemos para demostraciones, como polígonos o laboratorios naturales.

“Tenemos tres másteres y uno en formación. Esperamos personal joven que se incorpore para encaminarlo en la pirámide de ciencia y las categorías científicas y académicas. Dos de nuestros investigadores responden por especies para La flora de la República de Cuba e integran el GEPC: Waldo Bonet y José Luis Gómez Hechavarría.

“El JBH tiene un área de intervención muy importante, la Sierra de Nipe, que es un centro de alto endemismo, endémicas estrictas, endémicas en peligro crítico de extinción, con mucha participación de servicios científicos y técnicos en el proyecto, que tiene un volumen importante de resultados científicos y con aportes, incluidos reportes de nuevas especies, tanto para el área geográfica como para la ciencia.

“También se han hecho aportes al sistema nacional de áreas protegidas, porque hemos realizado trabajos de diagnóstico y evaluación de determinadas áreas, que han sido la base para los expedientes que han permitido declararlas con alguna categoría de protección. Se han efectuado inventarios de flora, se trabaja mucho en la educación ambiental, ya sea con los visitantes como en la ciudad, con las instituciones o con la población en las áreas de intervención de nuestros proyectos.

Las flores, entre lo mucho para apreciar en el Jardín Botánico de Holguín. Foto: Carlos Rafael/ Ahora.

“Nuestro centro tiene la Estación de Investigaciones de la Montaña, que es una facilidad enorme, porque se va con toda la logística para allá y se hacen temporadas de cinco, 10 días… Esa es la que estuvo en riesgo por el reciente incendio forestal en Pinares de Mayarí.

“Ese es un enclave con más de una fortaleza. Independientemente de los investigadores y especialistas en el ámbito de ecología, forestal, botánica, tiene un equipo de sociólogos que intervienen en estudios sociales en todas las comunidades de la montaña, con un número importante de resultados que han apoyado la toma de decisiones del Gobierno en esas zonas.

“Ellos también responden a las prioridades del Plan Turquino. Es una fortaleza contar con un grupo como ese, ahí mismo, en medio de esas comunidades de montaña”.

***

José Luis Gómez Hechavarría, investigador del JBH y especialista en sistemática y taxonomía de plantas. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

José Luis Gómez Hechavarría es investigador agregado del JBH, especialista en sistemática y taxonomía de plantas y en estudios ecológicos de ecosistemas serpentínicos.

Sobre los reportes de especies nuevas, precisa que ya hay cuatro especies publicadas y otras cinco por publicar.

“A lo largo de las investigaciones que hemos desarrollado, inventarios florísticos o estudios del estado de conservación de la flora, por más de 10 años, hemos hecho recolectas en toda la provincia de Holguín, y en otras, pero mayormente en la de Holguín, y recolectado especímenes de especies que no se conocían para la ciencia.

“O sea, que han sido nuevas para la ciencia. Varias se habían recolectado en herbario, otras eran recolectadas por primera vez. Había algunos especímenes que ya estaban recolectados desde hace muchos años, pero nunca habían sido identificados como especies nuevas.

“Así, entre 2010 y 2023 se han publicado cuatro especies nuevas para la ciencia, que ya tienen nombre. Y tenemos por publicar otras cinco, también nuevas para la ciencia”.

Las publicadas:

Thouinia gibarensis, (P. A. González & J. L. Gómez), “una especie endémica de los cerros cársicos de Maniabón, vive en la Sierra de Cupeicillo, Gibara, y en dos cerros cársicos del grupo orográfico Maniabón, en la provincia de Holguín, municipio Rafael Freire”.

Henriettea sierrae (W. Carmenate), “un endémico del macizo Nipe-Sagua-Baracoa, Alturas de Moa”.

Phyllanthus phialanthoides (B. Falcón & J. L. Gómez), “una especie que estuvo recolectada desde los años setenta en los herbarios cubanos y fue mal identificada. Como resultado de las investigaciones que desarrollamos en 2015, en el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, la encontramos en la localidad de Yamanigüey, municipio Moa. Vimos que no pertenece al género con el que estaba identificada en los herbarios y se describió en 2016 para la ciencia como especie nueva. Solamente vive en esa localidad”.

Guettarda sierrae (P. A. González & J. L. Gómez), una nueva especie del género Guettarda, endémica de la costa norte de Holguín, del municipio Gibara, municipio Rafael Freire y municipio Banes. Es una especie de la cual no había registro en herbarios, es una especie nueva que se recolectó y ya está descrita”.

Scutellaria holguinensis (I. Méndez & P. A. González).

Otra especie, Scutellaria holguinensis (I. Méndez & P. A. González), ya fue descrita por el especialista en la familia Lamiaceae, Isidro Eduardo Méndez Santos, de la Universidad Pedagógica de Camagüey. “Es endémica de Holguín, de Serpentinas de Holguín y Sierra de Nipe. En resumen, son cinco especies nuevas ya descritas y cuatro publicadas”.

Gómez Hechavarría agrega que “tenemos otras especies nuevas que aún no están descritas. Sabemos ya que son nuevas, porque hemos hecho revisiones de los herbarios y de las claves de especies publicadas, y no coinciden con las descripciones. O sea, son taxones nuevos y están en el proceso de publicación.

“¿Qué se hace en estos casos? Uno remite a los especialistas en esas familias, que se encargan de la descripción”.

En la colaboración y la descripción de nuevas especies por especialistas en familias de plantas entran en acción la Red Nacional de Jardines Botánicos, el Grupo de Especialistas de Plantas Cubanas y el proyecto de La flora de la República de Cuba.

“Cada familia de flora tiene su especialista. Si, por ejemplo, es una familia de la que no hay especialista, entonces uno realiza la descripción. Pero si hay especialista, normalmente, por una cuestión ética, se le encarga la descripción a ese experto. A veces se hace en conjunto, pero siempre se toma en cuenta al especialista.

“El proceso de publicación de las especies nuevas se realiza en revistas especializadas en temas de sistemática y taxonomía, tanto en la Revista del Jardín Botánico Nacional como en revistas internacionales”.

Soroa: Orquídeas, tradición y visión de futuro

José Lázaro Bocourt Vigil, director del Orquideario de Soroa: “El crecimiento tiene que ser en la investigación, en los servicios, en la gestión ambiental, en la conservación de la flora orquideológica cubana, la cantidad de especies a conservar como germoplasma para trabajos a futuro”. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

El jardín botánico Orquideario de Soroa nació en 1943, con 5 000 m². A partir de 1948, se sumaron 30 000 m², llegando a 2.5 ha, el área que se mantiene hoy.

“No pretendemos crecer, estamos en medio de una zona turística, que incluye áreas sociales e instalaciones de alojamiento, un campismo, en los límites de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario”, explica su director general, José Lázaro Bocourt Vigil, director general del jardín botánico Orquideario de Soroa.

Bocourt Vigil destaca que, desde hace dos años, el orquideario tiene la categoría de entidad de ciencia, tecnología e investigación (ECTI), “que nos propicia una serie de posibilidades, intercambios, relaciones de trabajo en el orden de investigación y en el económico, productivo. Creo que estamos en un buen momento, a pesar de la situación económica del país, para seguir avanzando y aportando a la sociedad.

“Estamos desarrollando nuevas líneas de trabajo, abriendo nuevos servicios, habilitando espacios para que el público que nos visita pueda tener mayor satisfacción; preparando nuevos sustratos, nuevas producciones de plantas. Todo esto contribuye al crecimiento de la institución en el área de los servicios, en lo comercial, en lo institucional (pues nos da mayor visibilidad) y en lo económico”.

Visitante en el Orquideario de Soroa. Foto: Abel Padrón Padilla/ Cubadebate.

¿En qué líneas enfocan el crecimiento en el Orquideario de Soroa?

–El crecimiento tiene que ser en la investigación, en los servicios, en la gestión ambiental, en la conservación de la flora orquideológica cubana, en la cantidad de especies a conservar como germoplasma para trabajos a futuro.

“Si estamos hablando de flora nativa, endémica, hablamos de identidad nacional. En estos procesos investigativos es clave la educación ambiental, que viene a cerrar el ciclo. No hacemos nada con saber mucho sobre lo que tenemos en las áreas protegidas y en otras no protegidas, especies amenazadas o no, endémicas… Tenemos que trabajar también para enseñar a cuidar.

“Estamos trabajando con Anthurium gymnopus, endémica, reportada como una de las 50 especies más amenazadas de Cuba. Está fuera de un área protegida. Es parte de las líneas de trabajo de la Red de Jardines Botánicos incrementar el trabajo de investigación con especies endémicas amenazadas que crecen fuera de áreas protegidas.

“Cuando hablamos de aráceas [familia Araceae] en Cuba, estamos hablando de plantas conocidas como ‘malangas’. Anthurium gymnopus es una especie que crece sobre palma Sabal maritima, en zonas de sabana, a lo largo de la Isla. Teníamos poblaciones dispersas por todo el país.

“Actualmente, estamos trabajando sobre una población en el municipio de Candelaria, la única que en estos momentos tiene el occidente del país, y estamos en el proceso investigativo. Tenemos información de otra población que existía en Granma, creciendo sobre otra especie de palma, pero desapareció por intervención antrópica: fueron cortadas las palmas y la población de Anthurium gymnopus desapareció.

“Por tanto, estamos poniendo mucho énfasis en conservar la especie como parte de la Red Nacional de Jardines Botánicos”.

En Cuba existen más de 100 especies endémicas de orquídeas. La diversidad de esa belleza se puede apreciar en Soroa. Foto: Irene Pérez.

¿Cuántas especies componen la colección de Soroa?

–Más de 400. La colección está compuesta por orquídeas nativas y otras exóticas que fueron parte de la antigua colección del jardín. Oscilan en ese número, crecen o decrecen, porque tenemos orquídeas que, como provienen de la colección del antiguo dueño, Tomás Felipe Camacho, son plantas envejecidas. Las conservamos y algunas están representadas por un número limitado de individuos.

“Para ellas tenemos planes de manejo, que incluyen trabajo a nivel de laboratorio y reproducción in vitro, para incrementar el número de individuos por especie. Es un trabajo que no compite con nuestra misión, proteger la flora endémica de Cuba, pero sí nos interesa porque son especies que contribuyen a la búsqueda de diversidad por parte de quienes visitan nuestro jardín”.

¿Cómo se manifiesta el trabajo del Orquideario de Soroa como parte de la Red Nacional de Jardines Botánicos?

–El trabajo de nuestro jardín con la Red Nacional viene de muchos años. El jardín botánico Orquideario de Soroa es de los fundadores de la Red. El vínculo también se concreta en nuestros encuentros anuales: se evalúan compromisos contraídos en reuniones anteriores, algunos que se prolongan en el tiempo. Por ejemplo, este proyecto de conservación de Anthurium gymnopus tiene tres años de duración y puede tener muchos más.

“Otro vínculo importante es el intercambio de especies entre los jardines de la Red; el intercambio de conocimientos, el apoyo de especialistas de una institución a los de otra cuando estos van en expediciones de trabajo a otras provincias, apoyo logístico (en nuestro caso, en la Sierra del Rosario).

“La Red también funciona para fomentar proyectos que contribuyan a la protección y estudio de la flora cubana y a compromisos del país con la conservación a nivel global, las convenciones mundiales.

“Somos, además, parte de la Red de Jardines Botánicos del Caribe. La nuestra es una de las redes nacionales que más aportan a esa organización, tomando en cuenta que Cuba cuenta con una riqueza florística envidiable y requiere también de programas y proyectos que promuevan la conservación de esa gama tan amplia de especies, muchas endémicas.

“En cuanto a trabajo científico, tenemos un grupo y estamos promoviendo la capacitación, el crecimiento desde el punto de vista de grados científicos… Se hacen investigaciones desde hace muchos años en la península de Guanahacabibes; se han hecho más de cinco tesis doctorales en nuestra institución, dos de ellas relativas a especies de orquídeas endémicas de Guanahacabibes. Esos trabajos no se quedaron en el nivel de la tesis, se les ha dado continuidad.

“También hay vínculos con universidades del sur de la Florida, Illinois College y otros jardines, el Atlantic Botanical Garden, y realizamos trabajos conjuntos… Eso nos ha permitido fomentar relaciones de trabajo, incluso en función de recuperar especies que ellos han perdido y nosotros conservamos”.

Soroa. Foto: Tomada de El Artemiseño.

Sirven como banco de germoplasma…

–Servimos como banco de germoplasma. Incluso, tenemos un convenio con el Jardín Botánico de Florida, que incluye a la Ciénaga de Zapata como refugio de fauna y mayor humedal del Caribe insular. De allí es la líder de este proyecto, y participa el jardín botánico de Soroa. El objetivo es la recuperación de cinco especies que se perdieron por la antropización en el sur de la Florida, en los Everglades. Es un proyecto asociado entre las tres partes, que ya tiene frutos.

“La intención es recuperar estas especies para ellos en función de la educación ambiental, no reintroducirlas en las áreas naturales, sino educar ambientalmente a la comunidad de esa zona de Estados Unidos.

“Ahora mismo estamos trabajando en el laboratorio de biotecnología del jardín con especies endémicas y haciendo algún trabajo extensivo de especies de ciclo corto, que pueden ser atractivas desde el punto de vista comercial y tienen en poco tiempo resultados satisfactorios, crecimiento rápido. Son especies que puedes poner a la venta y, de paso, minimizar la presión sobre los ecosistemas de montaña, que son frágiles, en ocasiones afectados porque hay quienes extraen del medio natural individuos de la flora en edad reproductiva.

“Cuando se extrae un ejemplar joven, ese aún no está aportando a la estabilidad del ecosistema, pero cuando se extrae un individuo en condiciones reproductivas se está limitando el crecimiento de las poblaciones y su diversidad genética, poniéndolas en riesgo.

“Estamos intentando una asociación con el laboratorio del jardín de la Quinta de los Molinos, en La Habana, y la biofábrica de Agricultura, en Pinar del Río, buscando alianzas que nos permitan incrementar el número de especies en reproducción, especies que son importantes para la conservación de la flora cubana y otras que pueden contribuir eficientemente a minimizar esa presión sobre los ecosistemas que mencionaba, la extracción de plantas nativas de su medio natural”.

(Artículo patrocinado por el Jardín Botánico Nacional, institución coordinadora de la Red de Jardines Botánicos de Cuba)

 nyr/cubadebate

 

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