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Foto: Archivo de Granma
Fina García
Marruz llega este viernes 28 de abril a sus 100 años de vida, aunque
en 2022 nos haya dicho adiós. Desde el Parnaso, donde se eternizan los poetas, viene
a nosotros, grácil e ilesa, como una reposada flor.
Muchos son los homenajes que se le tributan por
estos días a esta poetisa y ensayista mayor, pluma ilustre de la literatura hispanoamericana;
una de las integrantes del Grupo Orígenes, merecedora, entre otros reconocimientos,
del Premio Nacional de Literatura (1990), el Premio Pablo Neruda (2007), el Premio
Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2011) y el Premio Federico García Lorca (2012),
además de la Orden Félix Varela (1995) y en 2013, la Orden José Martí.
Meses antes, la Feria del Libro de La Habana le
rendía tributo con paneles y espacios diversos para recordar la fecundidad y coherencia
de su vida y su obra. Después, más que dominar el dato, las instituciones culturales
sentían la necesidad de honrar en su día a Fina, tan inmensa, aunque en su magna
sencillez rehuyera el aplauso.
¿El resultado? Un jubileo que desde hace días se
consolida y seguirá teniendo lugar en 2023, sin contar que el festejo es regreso
a los libros que de ella poseemos, y hallarla en los textos nuevos que habremos
de leer.
En los primeros días de abril, la galería Fiñes,
en el centro histórico de La Habana acogió la exposición Silencio, en la que más
de 70 carteles realizados por estudiantes del Instituto Superior de Diseño apuntaron
hacia la obra de la autora. En la tarde de
ayer, El elogio oportuno, espacio del Instituto Cubano del Libro, le estuvo dedicado,
y se debatió allí el mérito de su obra. Varios de sus libros estuvieron a disposición
del lector, entre ellos, Ensayos, publicado por la Editorial Letras Cubanas,
que también se presenta hoy en el Colegio de San Gerónimo, y se obsequió el cuaderno
Poesía, ¿tú qué sabes de nosotros?, rubricado por la Colección Centro, de Ediciones
Presente y Futuro, de Guadalajara, México.
En la Casa de las Américas se estrenó ayer el concierto
Allí donde la luz, del maestro José María Vitier, para honrar a Fina y a
Haydee, en sus respectivos centenarios. José María, hijo menor de Fina y de Cintio
(cuesta mucho, a pesar de sus brillantes individualidades, hablar de ella sin mencionarlo),
comentaba en una entrevista, cuando en Madrid se presentaba, para celebrar la fecha,
el libro inédito Pequeñas memorias (Huso, 2023): “Estamos ante un testimonio
de inestimable valor para comprender, no solo la génesis de la obra literaria de
Fina, sino las claves de su propia existencia, marcada por sus primeras obsesiones
y los tempranos asombros, que la caracterizaron ya para toda su vida”.
Por otra parte, el más reciente número de El Correo
de la Biblioteca recordó a Fina con hermosos textos. Con la invitación a descargar
de manera gratuita el Boletín no. 22 de la Biblioteca Nacional José Martí, la institución
–en la que trabajara la notable investigadora– publica, entre otros artículos, unas
memorias, con la firma de Araceli García
Carranza, en las que se lee: Fina crecía ante quienes la escuchaban y mientras hablaba
se transformaba, sus clases resultaban una cátedra de ética como su vida misma.
Para Fina ser martiano era ser bueno y útil por encima de intereses personales y
brindarle a todo ser humano el aprecio que merece quien quiera que este fuera.
Para mañana 29 –porque el homenaje a Fina continúa–
se presentará en el espacio Biblioteca abierta, un poema inédito que la poetisa
dedicó a sus compañeros, los trabajadores del departamento de Colección Cubana.
A sus cien
años, tal vez sin pretenderlo, Fina convoca. La descollante intelectual rejuvenece
y sacude aquel “polvillo sagaz” que, al decir de Cintio, cubrió, al paso del tiempo,
su “nocturno pelo”. De tal suerte se encarga, a pesar de ella misma, la nitidez
de su palabra y de su poesía.
amss/Tomado de Granma
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