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La pupila de Rubén

 

Fotograma de la Pupila Asombrada / Tomado de Granma


El centenario de la Protesta de los Trece tuvo al menos dos momentos cenitales en la TV Cubana: la Mesa Redonda del pasado viernes y una entrega muy especial de La pupila asombrada. A la perspectiva académica del espacio diario de información y análisis, le antecedió la emisión de un programa que debe su nombre a la huella del líder del  gesto cívico del 18 de marzo de 1923. La pupila asombrada parafrasea el título de uno de los poemas emblemáticos de Rubén Martínez Villena, La pupila insomne, escrito justo en el año de aquel suceso.
 
Enlazar pasado y presente, transitar de la raíz al vuelo y extraer lecciones para los días por venir fueron coordenadas coincidentes en el relato audiovisual concebido por Iroel Sánchez y Fidel Díaz Castro, con puesta en pantalla de Mixael Porto.
 
Valiéndose de diversos recursos –reportaje en el lugar de los hechos y el que dio origen a la historia, plasmación del contexto,  entrevistas de archivo, testimonios gráficos y música– al telespectador de hoy le queda clara la significación de la Protesta de los Trece y a la  vez se le incita a emprender una aventura intelectual y sentimental que ensanche su sentido de pertenencia al proyecto de sociedad a la que aspiramos.
 
Lo que en principio fue denuncia de un flagrante acto de corrupción, como los que en la República neocolonial adquirieron carácter sistémico, se levantó como parteaguas en la vida de la nación al despertar la conciencia cívica adormilada, recuperar la tradición patriótica y combativa de la intelectualidad, y reanimar el mandato martiano del culto a la dignidad plena del hombre.
 
La chispa de la Protesta prendió el fuego de los movimientos políticos y sociales de la época y activó la vanguardia creativa y de pensamiento. Allí se sembraron las semillas del Movimiento de Veteranos y Patriotas, el Grupo Minorista, la confluencia del marxismo-leninismo con el pensamiento martiano –la comunidad espiritual entre Villena y Mella–, el dinamismo del movimiento obrero, la lucha contra la dictadura machadista y el fermento antimperialista.
 
Rubén dio por entonces sus primeros pasos de gigante –el Mensaje lírico civil, escrito en el mismo plazo, llama la atención sobre el dominio imperial y reclama «una carga para matar bribones» y «acabar la obra de las revoluciones»–, que desembocarían en su indiscutible liderazgo de los años 30 al frente de las filas comunistas y revolucionarias.
 
Cincuenta años después, uno de los protagonistas de la Protesta, Juan Marinello, la calificó como «un impulso» que afirmó «en las gentes de pensamiento y sensibilidad un sentido de responsabilidad social que pronto creció en conciencia, orientación y militancia». Él hizo la salvedad de cómo entre los 13 jóvenes denunciantes hubo con ulterioridad diversos posicionamientos ideológicos, comenzando por la temprana desviación profascista de Alberto Lamar Schweyer.
 
La pupila asombrada subrayó la extraordinaria coherencia política e intelectual de Marinello, pero se echó de menos la evocación, más allá de la mera cita, de la obra y el empuje del poeta José Zacarías Tallet, los periodistas José Antonio Fernández de Castro y Luis  Gómez Vangüemert, y el artista José Manuel Acosta, todos en el espectro de la izquierda antimperialista.
 
Al calado de esta imperdible y necesaria emisión de La pupila… contribuyó el rescate de las voces autorizadas del historiador Rolando Rodríguez y la siempre recordada Ana Cairo (habría que corregir en los créditos su proclamación como Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2015); los valiosos fondos documentales del filme La semilla en un surco de fuego (Mundo Latino), de Silvia Diéguez con guion del colega Orfilio Peláez; el fragmento recuperado de la alocución pronunciada por el historiador Emilio Roig de Leuchsenring en el Congreso Nacional de Historia de 1948, y el instructivo y actualizado recorrido por el Convento de Santa Clara, guiado por el doctor Mario González.
 
De la música, cabe destacar una obra maestra reconocida, Tonada para dos poemas de Rubén Martínez Villena, de Silvio Rodríguez, y la menos conocida, pero de enorme densidad estética, Se fue a bolina, de Noel Nicola, interpretada nada menos que por Los Van Van, de Juan Formell.
 
 
amss/Tomado de Granma

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