Por: Rosa Pérez López
Este 8 de marzo ha amanecido con alma y rostro de mujer, para que la
vida le haga nuevas promesas al futuro. Ese porvenir fraguado alguna
vez en un vientre cálido y fecundo; amasado en el desvelo, la entrega
y el amor; acrecentado en los valores, el ejemplo y la virtud, porque no
es posible el engrandecimiento humano sin impulso, valentía y ternura
de mujer.
Por eso el día tiene hoy fragancia de jazmín y aroma de coraje;
suavidad de lecho y reciedumbre de surcos, talleres y trincheras, pues
en todos los espacios de la vida se hace presencia esa criatura que
presuntamente nació de una costilla de varón, para hacerse por sí
misma de una dimensión verdadera, tangible, cotidiana, colosal,
imprescindible.
Este 8 de marzo ha amanecido con alma y rostro de mujer. Esa mujer
que acuna esperanzas y desboca sueños en todos los confines del
planeta. Esa mujer capaz de encarar todos los desafíos para hacerle
cada día del año nuevas y mejores promesas al futuro de la
humanidad.
nyr
0 Comentarios
Con su comentario usted colabora en la gestión de contenidos y a mejorar nuestro trabajo