Pablo Milanés cumpliría hoy 80 años. Foto: Ariel Cecilio Lemus
En este 24 de febrero celebramos el octogésimo natalicio de un músico cubano,
enraizado profundamente en la sensibilidad popular. Para cualquiera de nosotros el hacer referencia a Pablo Milanés es como compartir la admiración y el respeto que profesamos
por otro de los tantos hitos que inundan, con exquisita elegancia y singular talento,
nuestro enriquecedor entorno trovadoresco.
Quizá lo primero que debamos señalar,
para explicarnos esa inclinación del pueblo hacia la obra de Pablo, sea su capacidad para dotar el cantar
de esa emotiva voz, de una cálida interpretación que le llega desde las honduras
del alma. Si le agregamos su enorme versatilidad estilística, en el sentido de que
lo mismo interpretaba un son montuno que un bolero o un estándar del jazz, pero
dentro de los parámetros que reclama cada género, entonces arribamos a la conclusión
de que estamos frente a una inusual propuesta creativa entre los músicos cubanos
contemporáneos.
Tal parece que no le bastara haber
sido el autor de clásicos de la canción de amor como lo son Yolanda, Ámame como soy o El breve espacio
en que no estás, del mismo modo que sucede con los vibrantes temas de La vida no vale nada, Pobre del cantor y Yo pisaré las calles nuevamente, composiciones cargadas de una reflexiva
ética que nos acompañará por siempre.
Precisamente, debido al sentido de
la cubanidad en Pablo, es que nos deja el valioso legado de la serie Años, una escogida
colección de tres discos con más de 30 temas imprescindibles de la trova tradicional,
a la vez que también recrea la serie Filin, colección de seis discos en los que
evoca aquellas composiciones claves no solo en el movimiento del filin, sino que
también abarca las obras de reconocidos autores de boleros mexicanos.
Quienes pudieron grabar junto a él,
lo mismo una canción que un disco completo, se sienten verdaderamente honrados por
semejante privilegio, y se eternizaron al lado de alguien de tal empoderamiento
artístico. Ahí están los discos colectivos Querido Pablo y Pablo Querido, en los
que decenas de personalidades de la más alta cota en la canción de Hispanoamérica
y de Brasil como Gal Costa, Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat, le rinden merecido
homenaje. Pero para hacer justicia, estas dos magníficas propuestas discográficas
representan solo una parte de ese quehacer compartido, pues Pablo lo mismo se nos
aparece en un trabajo conjunto con José María Vitier en el disco Flor oculta de
la vieja trova, que en grabaciones con el cantante portugués Luis Represas, con
Liuba María Hevia o con el grupo Buena Fe, entre otros tantos.
Definitivamente, la trascendencia
de la obra de Pablo Milanés es depositaria
del esplendor patrimonial inherente entre los imprescindibles de la cultura de nuestra
nación.
0 Comentarios
Con su comentario usted colabora en la gestión de contenidos y a mejorar nuestro trabajo