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Foto: Imagen de la portada del disco
Un disco con poemas de Luis Rogelio Nogueras, musicalizados
por Joel Espinosa, ve la luz. Con sello de la Egrem, el resultado de Hay muchos modos de jugar es,
sin duda, una obra digna del aplauso.
Los lectores de la altísima
poesía de Wichy –que son muchos–
recibirán con beneplácito este trabajo, grabado en los Estudios Ojalá; y
quienes aún no se llegan a las páginas en las que este poeta genial pintó la
vida, podrían hallar en el verso
musicalizado la tentación de buscar sus libros, y con ellos, la
complacencia.
Una fina selección de 11 textos
conforma el CD que, al decir de Silvio Rodríguez –a cargo de las notas
discográficas–, por la irregularidad métrica de la mayoría de los poemas de
Nogueras, constituye “un reto para la creatividad y el buen gusto que Joel
Espinosa ha sorteado con tino y elegancia”.
¡Oh lluvias por quién! da inicio al disco, seguido por Coincidence, un poema
que, a ritmo de son, y con arreglos y el tres de Pancho Amat, se queda atrapado
en quien lo escucha y termina tarareándolo.
También sucede con Materia
de poesía, una letra hermosamente erótica que arregla también el maestro y
acompaña su Cabildo del son.
Una melodía a la altura de un
poema como Nada –una de las piezas del libro El último
caso del inspector, en el que el poeta derrocha creatividad y compone,
entre lo lúdicro y lo reflexivo, un grupo de textos apócrifos, lleva el arreglo
y la quena de Rodrigo Sosa. El efecto es una conmovedora canción en la que la
música acentúa la soledad del sujeto lírico y queda en la piel del oyente por
mucho tiempo.
El grupo vocal Sampling y su
director, René Baños, a cargo de los arreglos, acompañan a Espinosa en Foto-Robot;
un simpático poema de Wichy, en el
que, hechizado por la belleza femenina, la voz exalta cualidades seductoras de
varias damas. No es posible quedarse estáticos ante el ritmo conseguido por la
música y el acople de las voces; el tema invita al disfrute.
Ama al cisne salvaje, el antológico poema de Nogueras,
con exergo de Robinson Jeffers, y mensaje que pondera lo imposible, llega con
suave cadencia, en perfecta coherencia con la imagen inalcanzable del cisne al
que habría que amar libre; o tan solo “el modo en que ignora que existes”. Sin
duda, una entrega que exalta los valores de la letra.
El soneto Celos, del
cuaderno La forma de las cosas que vendrán, acaso uno de los más
recurrentes de su poesía, se hizo acompañar de la guitarra de Emilio
Martini. Texto de vanguardia, de ingeniosa factura; Para
saberlo, cuya nostalgia, ahora con música, resulta convincente; y Sic,
de Las palabras vuelven, son otros de los textos elegidos.
Completa la selección Lejos
en el andén, un poema con elementos estructuralistas, cuya visualidad
acentúa la condición cinética del contenido.
Acertadamente llevado al rock, Lejos…
deja el deseo de volver al inicio del disco. No serán pocos los que regresarán
al primer número de la lista; y ojalá sean muchos los que se convenzan de que,
si la música es, como se ha dicho, el lenguaje universal de la humanidad, la
poesía es el ser humano mismo. En sus careos infinitos, la poesía termina
elevando todo aquello que la roza.
amss/Tomado de Granma
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