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Barbarito Diez, su voz todo un tesoro

 

Foto: Imagen de la portada, de uno de los discos de Barbarito Diez / Tomada de Granma


El pasado domingo celebramos el natalicio de un prestigioso y querido cantante al que siempre agradeceremos lo que dejó en la historia de nuestra música.

Se equivocan los que miran con desdén a quienes apreciamos en su justa medida aquellas canciones popularizadas décadas atrás, como si no valiera la pena rescatar lo que entraña un tesoro.

Decir Barbarito Diez es decir patrimonio. Se cuenta que fue en el famoso café capitalino Vista Alegre donde el músico Graciano Gómez le pidió al joven Barbarito, de solo 21 años, que cantara algo cuando interpretó el tema Olvido, de Miguel Matamoros.

Tan delirante fue la acogida por parte del público allí reunido, que Graciano lo contrató de inmediato, sin importarle si no sabía tocar la guitarra ni las maracas. Era de tal belleza el encanto en la dulzura de su voz, que tampoco necesitaba gesticular ni bailar mientras cantaba alguno de sus emblemáticos danzones.

Dueño de una elegancia natural, cada concierto suyo se convirtió en un suceso. Fue en la ciudad venezolana de Barquisimeto donde, en una presentación al aire libre, comienza a llover; pero nadie corre para guarecerse, sino que la gente se pone a bailar, por lo que la actuación continúa hasta el final como si nada, con los músicos y el propio Barbarito empapados, pero muy felices por semejante acogida.

Inclinemos respetuosamente nuestro ceño ante la trayectoria de esta gloria de la música cubana, que si la escuchamos todavía nos conmueve. Es cierto que Barbarito Diez no tuvo ninguna formación musical académica, pero con su inigualable voz sigue ganando adeptos para siempre.


amss/Tomado de Granma

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