El Movimiento de la Nueva Trova celebra este año su aniversario 50. Foto: Archivo de Radio Cadena Habana
Silvio
Rodríguez y Pablo Milanés. Noel Nicola, Sara González, Vicente y Santiago
Feliú. Y tantos, tantos otros artistas que han
honrado un movimiento esencial de la
cultura cubana: la nueva trova.
Esas figuras han defendido, desde el particular universo
poético de cada uno, una expresión en la que confluyen la más hermosa tradición
de la canción cubana y las demandas de una contemporaneidad cambiante.
La Revolución Cubana planteó, por supuesto, una
Revolución en el arte. Y la trova fue uno de sus ámbitos. De cualquier forma,
hay vieja trova, hay nueva trova, están los novísimos... pero en definitiva, hay trova, que es patrimonio indiscutible
de la nación cubana.
Hay que asumir dos dimensiones: el valor patrimonial de la expresión, y las realizaciones y desafíos de
los trovadores cubanos en la actualidad. Los aportes de la trova a la
cultura cubana van más allá de la música, se evidencian incluso en el ámbito literario.
Y la trova es también puntal de eso que
no pocos denominan identidad cultural, idiosincrasia.
No hay peligro, ciertamente, de que la
trova desaparezca, aunque haya perdido ciertos espacios de socialización; aunque
algunos nostálgicos evoquen los indiscutibles valores de las obras de los que
hoy son clásicos y las comparen con las creaciones de ahora mismo,
considerándolas menores. Hay que recordar que siempre ha habido buena, regular
y mala trova. Eso pasa también ahora mismo.
No hay peligro de que desaparezca la trova
porque la expresión está asociada a una sensibilidad y una vocación lírica que
son permanentes, que trascienden las épocas, y que siempre encontrarán sus
cauces.
Eso sin contar el compromiso social de muchos trovadores,
que siguen esa diversificación temática que consolidó la nueva trova; que le
cantó al amor, pero también a la gesta de un pueblo.
Habrá trova, habrá quien la cante, habrá quien la
disfrute... pero el desafío mayor está en los espacios de socialización de esa
creación; y de su impacto en el gusto popular, donde es posible identificar
ciertas regresiones.
Hay un apoyo institucional a la trova; pero convendría
reflexionar sobre la manera en que se inserta en el nuevo panorama musical, que
por cierto, no le puede dar la espalda al tan vilipendiado mercado.
Ese tiene que ser un empeño colectivo. La
trova no necesita rescates, está ahí. Pero sí necesita soportes. Y no estamos
hablando solo de recursos; porque la calidad de una expresión artística
depende, primero, del talento y la capacidad de los que la concretan.
Yuris Nórido
amss/Tomado de Cubasí
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