Foto: Tomada del perfil de Facebook del autor
Cuba lo llora, como se llora a
un grande. Como se llora a uno de los principales referentes de la cultura.
Como se llora a un símbolo. Porque es un grande, porque es un referente, porque
es un símbolo.
Ha muerto Pablo Milanés, cantautor inmenso, poeta que encarnó como pocos el espíritu de su pueblo.
Generaciones completas de
cubanos hicieron suyas sus canciones. Esos temas integraron (integran) la banda
sonora esencial de una nación.
Pablo cantaba con Cuba. Cuba
cantaba con Pablo.
Fundador, junto a Silvio
Rodríguez, Noel Nicola y otros tantos, del Movimiento de la Nueva Trova, aportó
a la cancionística cubana la singularidad de una vocación lírica, de la mano de
una peculiar calidad interpretativa.
Su voz era un torrente de
matices, un ámbito de múltiples resonancias, melodiosa concreción de un impulso
raigal.
Y en sus letras confluían las
marcas de una gran tradición trovadoresca y los nuevos caminos de una lírica
atenta a los desafíos de la contemporaneidad.
Le cantó al amor; le cantó a la
Patria; le cantó a la gesta de un pueblo, su pueblo.
La obra de Pablo Milanés es patrimonio indiscutible de la cultura cubana.
Cuba llora a un imprescindible.
La obra de Pablo Milanés es patrimonio indiscutible de la cultura cubana.
Cuba llora a un imprescindible.
Sus conciertos siempre fueron
celebración de la vida. Miles entonaron con él versos inolvidables en veladas
que devinieron fiestas de la evocación.
Tenía la capacidad de resumir
aspiraciones, sentimientos, homenajes colectivos.
Una y otra vez compartió escenarios y estudios de grabación con significativos artistas. Solía hacer la voz segunda en muchas interpretaciones a dúo... pero, ¡qué segunda voz! Prodigio de la armonía, de la compenetración fructífera.
Una y otra vez compartió escenarios y estudios de grabación con significativos artistas. Solía hacer la voz segunda en muchas interpretaciones a dúo... pero, ¡qué segunda voz! Prodigio de la armonía, de la compenetración fructífera.
Los valores formales de sus
creaciones están fuera de discusión, tienen incluso una densidad y un vuelo
sinfónicos; aunque fueran concebidas para una guitarra sola.
Por eso la música y las letras
de Pablo Milanés pueden encontrar
plena realización en encumbradas convocatorias y en la tertulia íntima de los
amigos.
Lejos del país que amó y encumbró con su obra, a los 79 años ha muerto
Pablo Milanés. Pero él siempre fue presencia
permanente. Fue y será, porque hace mucho garantizó la sobrevida.
Pablo es Cuba, como lo son los
más grandes artistas nacidos en esta tierra: supo aprehender el ángel indómito
de estas islas, recrear su vuelo maravilloso, volverlo poesía y música para
todos los tiempos.
Pablo querido, emblemático más
allá de las polémicas, ejemplar en su entrega a su arte, fiel a un acervo
compartido. Pablo de todos. Pablo eterno.
Yuris Nórido
amss/Tomado del perfil de
Facebook del autor
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