Texto y fotos: Ricardo R. Gómez
Rodríguez
Estaban todos o casi todos.
Cuando llegaban al Pabellón Cuba, en el corazón del Vedado, la pregunta de
Eduardo Sosa era: “¿Vas a cantar?”
“Fue algo que surgió de manera
espontánea, ni siquiera fue idea mía. Fuimos llamando, sumándonos…”, me dice; y
agrega: “Pablo es una de las más grandes personalidades de este país... y ahora
y siempre prefiero recordarlo por las cosas que me unen a él, y no por las que
me separan”.
A la izquierda, bellas y vívidas
flores, hermosas flores unidas en forma de ofrendas de los músicos cubanos, del
Ministerio de Cultura y del Instituto de la Música.
El público, la mitad en sillas; otros,
no alcanzaron; y al centro de ellas, Liudmila Álamo Dueñas, funcionaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; Alpidio
Alonso, ministro de Cultura; Luis Morlote, presidente de la Unión de Escritores
y Artistas de Cuba; y Roilán Rodríguez Barbán, miembro del Buró Provincial del Partido Comunista de Cuba en la capital.
Gente de todas las edades
cantaban canciones de Pablo el día que partió a la eternidad... El breve espacio en que no estás, Yolanda, Candil de nieve...
La nostalgia se mezcla con el
orgullo de sentirlo nuestro y eterno.
amss
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