A los jóvenes hay que invitarlos a amar su cultura diariamente agredida, mostrarles con pasión los valores que forjaron la historia de nuestra nación. Foto: Ismael Batista Ramírez
Muchas veces he escuchado que a “la juventud” hay que atraerla hablándoles
de lo que “les gusta”, en los términos que les gusta, etc. Es como si
asumiéramos que lo que “le gusta” a los jóvenes es un universal esencialmente
bueno; quiero decir, justo. Lo que pasa es que ese enfoque peca de ingenuidad y
encierra un riesgo, porque en definitiva, ¿qué
es lo que le gusta a la juventud y dónde se produce ese modo de subjetivación?
En el mundo en que vivimos los gustos también son producidos por dispositivos ideológicos culturales, mediáticos, comunicacionales muy poderosos, reticularizados, etc., que pueden llegar a tener un mensaje muy nocivo.
Su fin es el de la ideotización, y las juventudes son uno de sus públicos meta preferidos. Imagínense qué utilidad para el capitalismo formar en las regiones donde más explota, una masa de jóvenes soñando con marcas y consumo, sin cuestionar nada de lo que pasa a su alrededor.
Con la llegada del entorno virtual, Cuba no está al margen. Prefiero enfocar las cosas así: a la juventud hay que motivarla a pensar críticamente frente a esos dispositivos de vigilancia y pedagogización de la banalidad, de la homogeneización cultural, del consumismo y de la violencia. Esos mecanismos de colonialidad cultural.
Eso sí es un reto. Demanda mucha innovación e ingenio; no hablarles simplemente de lo que desean oír (como dice Cortázar, es fácil ser fama), sino instarlos a pensar contracorriente.
Frente a la invasión a la que estamos
asistiendo, están faltos de más pensamiento social radicalmente
anticolonialista nuestros planes y programas de estudio en todos los niveles,
nuestros medios, incluso, nuestras redes. Que el miedo al “teque” no nos
paralice. Hay que hablar de lo importante con amor, con ingenio, con términos
ajustados a estos tiempos; pero hay que hablar.
Es hermoso y vital lo que se esconde en la vida de nuestros pueblos y en la cultura que ha quedado como registro histórico. Lo que “les gusta” es una producción social y tenemos que disputar la hegemonía al respecto.
amss/Tomado
de Granma
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